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A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

lunes, 30 de marzo de 2020

AQUELLA SEMANA SANTA... la de 1930


Y aunque noventa años no son nada en la dilatada historia de nuestras cofradías, volvemos a un tiempo pasado que no por ello fue mejor, aunque si más puro e intenso. Volvemos a un tiempo convulso, en el que se vivía con extrema sencillez, recordando, como hoy, que Jesús había muerto para que nosotros tuviéramos Vida.
Muchas cosas han cambiado, apenas sin poder evitarlo con las “chicotás” que irremediablemente y a “paso agua” va dando la vida en su transcurso.
Han cambiado las formas, han cambiado las estampas, las personas… pero no han cambiado las miradas. La de esos ojos que con fe le piden a su Señor, la de esa madre que pide a María, la Virgen, con la esperanza de ser reconfortada. La mirada del niño que ve pasar la procesión, ya sea hoy, ya fuera hace décadas. La mirada del anciano que duda, al paso del cortejo, si será su última Semana Santa antes de pasar a engrosar la Cofradía del Cielo. La mirada del capataz, que va mandando y es guía de los “ayuas”, hoy hermanos costaleros, o la mirada que se escapa por los ojos de un antifaz en estación de penitencia o la del preste, que entre cuentas de rosario, la fijaba en el manto de Ella, hoy ante Ella misma.
Ya no hay velos cubriendo la cara, pero la mirada de una mujer con fe sigue siendo la misma. Y sigue viva la mirada del que va regalando belleza en el aire a través de un instrumento, sigue viva la mirada llena de lágrimas que añora a la madre que marchó, sigue viva la mirada del agnóstico que ve con ojos incrédulos un cortejo que, aunque penitencial, es anuncio y preludio de resurrección.
La mirada del cristiano sigue ahí, y sigue fijada en la espalda del Señor del Postigo y en la zancada del Nazareno del Convento. Sigue atenta, llena de oración, en la Cruz del Calvario, en el torso del Señor de la Vera Cruz y en las manos sangrantes del Cristo de la Salud. Y no ha cambiado la mirada del que, aún viendo a Cristo yacente, sabe que al día siguiente, será Vida eterna.    
Han cambiando muchas cosas, pero no la mirada del que añora el paso del tiempo para ver abiertas las puertas del templo, y de nuevo, un año más, hoy como ayer, cruzar esa mirada con Su mirada. Si, porque los ojos del Señor nos siguen mirando hoy igual que ayer. Habrá cambiado de exorno, habrá perdido a San Juan en el camino y ver la llegada de Simón o Magdalena, pero Él sigue ahí, siempre seguido de la maternal y protectora mirada dolorosa de María.
Y digo, escribo, que han cambiado muchas cosas, pero siguen las miradas, siguen ahí, porque esas miradas no son más que la Fe. Lo que nos une y hemos de defender.
Es el relato de la Semana Santa de 1930, hace ahora 90 años, la que hoy traemos para deleite de los amantes de la historia de nuestras hermandades. Es la crónica aparecida en el diario ABC del sábado 26 de abril.
Si acostumbramos a decir que una imagen habla por si sola, no lo será menos esta crónica escrita, que nos trasladará a un tiempo irreconocible, pero que existió. Muy distinto, pero ante unas miradas llenas de la misma Fe.
Una Semana Santa de abstinencia y recogimiento, de iglesias repletas de fieles en los cultos que se cuatriplicaban entre la parroquial y las tres comunidades religiosas con las que contaba el pueblo. Así se nos relatan los hechos.

FUENTES DE ANDALUCÍA
Después de celebrado con toda solemnidad el anual septenario que los servitas de los Dolores tributan a la Santísima Virgen, predicando en todo él el cura propio de esta villa, D. José Ojeda, tuvieron lugar durante la Semana Mayor, en nuestra iglesia parroquial, los Oficios propios de estos días, con la solemnidad, como pueden hacerse en una basílica. A los del Domingo de Ramos, Jueves y Viernes Santos, asistió, como de costumbre, una buena representación del Ayuntamiento, presidida por el Señor alcalde, D. Juan Alejandre, acercándose el Jueves a la Sagrada Misa toda la Corporación, que asistió a tan solemnes cultos. El grandioso Monumento parroquial, digno de admiración por ser un símil de nuestra Catedral Hispalense, vióse todo el día del Jueves, y la mañana del Viernes, muy visitado por los fieles. También celebraron oficios las RR. Mercedarias Descalzas, de esta villa; cuyo Monumento, dirigido por su capellán, D. Manuel Fernández López, y exornado por la señorita doña Rosario Rivero, ha llamado la atención por la finura y delicadeza de su ornato. Asimismo, en la iglesia de las Hermanas de la Santa Cruz, cuyo celo por el esplendor de los cultos es harto conocido y por primera vez este año, en la iglesia de las Escuelas Salesianas, que también lució un artístico y rico Monumento.
—El Martes Santo, con una noche espléndida, hizo su acostumbrada estación la cofradía de Ntro. Padre Jesús de la Humildad, escultura de gran mérito artístico, “cuyo paso”, adornado por exquisito gusto por sus camareras, las señoritas de González, es siempre objeto de la veneración de estos vecinos. “Paso” de San Juan y el de la Virgen Dolorosa, bajo palio. Clero parroquial, autoridades y Banda de música.
Miércoles Santo. —Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. Esta antigua y fervorosa Hermandad hizo su recorrido en medio de la admiración general. Consta de dos “pasos”. Abría marcha la Banda de cornetas y tambores de los Salesianos, de Osuna; “paso” del Señor, escultura de gran mérito, luciendo cuatro hermosos faroles de época, alumbrados con luces eléctricas, debiéndose la restauración del “paso”, así como su exorno, al entusiasmo creciente de su incansable hermano mayor, D. Manuel Navarro González, y camarera, doña Rosario Pérez de Carrillo. Seguían los cofrades, cuya directiva estrenaban este año capas moradas y escudos. “Paso” de la Virgen, con el Evangelista, adornado con gusto por su camarera, la señorita Amparo Alejandre. Preste y comisión del Ayuntamiento, presidiendo, y, por último, la Banda Municipal de Lora, que interpretó las mejores marchas de su repertorio.
Jueves Santo. —Nuestro Padre Jesús de la Vera-Cruz, “paso” de San Juan y el de la Santísima Virgen, bajo palio, cuyo manto, bordado en oro, llama la atención anualmente, por su riqueza y mérito artístico. Presidencia parroquial, autoridades, presididas por el señor Alcalde, y Banda.
Viernes Santo. —Cofradía del Santo Entierro, compuesto de tres “pasos”; artística urna de Cristo Yacente, “paso” de San Juan y el de la Soledad, bajo rico palio, cuyo ornato, debido a sus camareras, las señoritas de Novales, llamó, como siempre, la atención, por su delicadeza, al par que suntuosidad y finura.
Durante el paso de todas las cofradías se cantaron sentidas e innumerables “saetas”, algunas de verdadero mérito, por su estilo. El tiempo, espléndido; la animación, grandísima, y las Hermandades, demostrando cada una su creciente celo por sus respectivas imágenes. —Corresponsal.

Poco he de añadir a este texto. Llama la atención la suntuosa redacción, así como los tres pasos con los que contaban respectivamente las Hermandades de la Humildad, Vera Cruz y Santo Entierro, y  la imagen de San Juan que acompañaba bajo palio a la Dolorosa de la Hermandad de Jesús Nazareno. De todo ello ya dimos testimonio en nuestro libro “Fuentes Penitente”, haciendo mención que desgraciadamente solo se conserva la efigie del santo de la Hermandad del Postigo, aunque está retirada del culto, así como en la Hermandad de la Vera Cruz conservan parte de sus ropas.   
En el caso del Santo Entierro se tiene constancia de que no poseía imagen propia, procesionó  por primera vez en 1889 y provenía en años alternos “de la Ermita o de las Monjas”, es decir, cedidas por las Hermandades de la Humildad y Vera Cruz.
Paradójicamente la figura de San Juan Evangelista ha desaparecido de las cuatro hermandades “históricas” de Fuentes y desde 2009, en una imagen de nueva hechura, forma parte del misterio de la Entrada en Jerusalén de la novicia Hermandad del Domingo de Ramos. 
Esta es la Semana Santa del ayer, que como hoy, sigue siendo Evangelio en la calle, donde el Dios hecho hombre que padece y muere, nace en nosotros al tercer día; un Jesús triunfante y glorioso que viene a iluminar la vida con su Pascua.
Y en ese espíritu, unamos nuestra voluntad porque, lo único verdaderamente importante es Él, es Dios.

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de Fuentes de Andalucía

Ref. bibliográfica: GÓNZALEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Aquella Semana Santa... la de 1930. En Revista de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía 2010. Fuentes de Andalucía (Sevilla): Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Jesús de la Santa Vera Cruz y María Santísima del Mayor Dolor, 2010, núm. 16, págs. 40-41.

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