Y aunque noventa años no son nada en la dilatada historia de nuestras
cofradías, volvemos a un tiempo pasado que no por ello fue mejor, aunque si más
puro e intenso. Volvemos a un tiempo convulso, en el que se vivía con extrema
sencillez, recordando, como hoy, que Jesús había muerto para que nosotros
tuviéramos Vida.
Muchas cosas han cambiado, apenas sin poder evitarlo con las
“chicotás” que irremediablemente y a “paso agua” va dando la vida en su
transcurso.
Han cambiado las formas, han cambiado las estampas, las
personas… pero no han cambiado las miradas. La de esos ojos que con fe le piden
a su Señor, la de esa madre que pide a María, la Virgen, con la esperanza de
ser reconfortada. La mirada del niño que ve pasar la procesión, ya sea hoy, ya
fuera hace décadas. La mirada del anciano que duda, al paso del cortejo, si
será su última Semana Santa antes de pasar a engrosar la Cofradía del Cielo. La
mirada del capataz, que va mandando y es guía de los “ayuas”, hoy hermanos costaleros,
o la mirada que se escapa por los ojos de un antifaz en estación de penitencia
o la del preste, que entre cuentas de rosario, la fijaba en el manto de Ella,
hoy ante Ella misma.
Ya no hay velos cubriendo la cara, pero la mirada de una
mujer con fe sigue siendo la misma. Y sigue viva la mirada del que va regalando
belleza en el aire a través de un instrumento, sigue viva la mirada llena de
lágrimas que añora a la madre que marchó, sigue viva la mirada del agnóstico
que ve con ojos incrédulos un cortejo que, aunque penitencial, es anuncio y
preludio de resurrección.
La mirada del cristiano sigue ahí, y sigue fijada en la
espalda del Señor del Postigo y en la zancada del Nazareno del Convento. Sigue
atenta, llena de oración, en la Cruz del Calvario, en el torso del Señor de la
Vera Cruz y en las manos sangrantes del Cristo de la Salud. Y no ha cambiado la
mirada del que, aún viendo a Cristo yacente, sabe que al día siguiente, será
Vida eterna.
Han cambiando muchas cosas, pero no la mirada del que añora
el paso del tiempo para ver abiertas las puertas del templo, y de nuevo, un año
más, hoy como ayer, cruzar esa mirada con Su mirada. Si, porque los ojos del
Señor nos siguen mirando hoy igual que ayer. Habrá cambiado de exorno, habrá perdido
a San Juan en el camino y ver la llegada de Simón o Magdalena, pero Él sigue
ahí, siempre seguido de la maternal y protectora mirada dolorosa de María.
Y digo, escribo, que han cambiado muchas cosas, pero siguen
las miradas, siguen ahí, porque esas miradas no son más que la Fe. Lo que nos
une y hemos de defender.
Es el relato de la Semana Santa de 1930, hace ahora 90 años,
la que hoy traemos para deleite de los amantes de la historia de nuestras
hermandades. Es la crónica aparecida en el diario ABC del sábado 26 de abril.
Si acostumbramos a decir que una imagen habla por si sola,
no lo será menos esta crónica escrita, que nos trasladará a un tiempo
irreconocible, pero que existió. Muy distinto, pero ante unas miradas llenas de
la misma Fe.
Una Semana Santa de abstinencia y recogimiento, de iglesias
repletas de fieles en los cultos que se cuatriplicaban entre la parroquial y
las tres comunidades religiosas con las que contaba el pueblo. Así se nos
relatan los hechos.
FUENTES DE ANDALUCÍA
Después de celebrado con
toda solemnidad el anual septenario que los servitas de los Dolores tributan a
la Santísima Virgen, predicando en todo él el cura propio de esta villa, D.
José Ojeda, tuvieron lugar durante la Semana Mayor, en nuestra iglesia
parroquial, los Oficios propios de estos días, con la solemnidad, como pueden
hacerse en una basílica. A los del Domingo de Ramos, Jueves y Viernes Santos,
asistió, como de costumbre, una buena representación del Ayuntamiento, presidida
por el Señor alcalde, D. Juan Alejandre, acercándose el Jueves a la Sagrada
Misa toda la Corporación, que asistió a tan solemnes cultos. El grandioso
Monumento parroquial, digno de admiración por ser un símil de nuestra Catedral
Hispalense, vióse todo el día del Jueves, y la mañana del Viernes, muy visitado
por los fieles. También celebraron oficios las RR. Mercedarias Descalzas, de
esta villa; cuyo Monumento, dirigido por su capellán, D. Manuel Fernández
López, y exornado por la señorita doña Rosario Rivero, ha llamado la atención
por la finura y delicadeza de su ornato. Asimismo, en la iglesia de las
Hermanas de la Santa Cruz, cuyo celo por el esplendor de los cultos es harto
conocido y por primera vez este año, en la iglesia de las Escuelas Salesianas,
que también lució un artístico y rico Monumento.
—El Martes Santo, con
una noche espléndida, hizo su acostumbrada estación la cofradía de Ntro. Padre
Jesús de la Humildad, escultura de gran mérito artístico, “cuyo paso”, adornado
por exquisito gusto por sus camareras, las señoritas de González, es siempre
objeto de la veneración de estos vecinos. “Paso” de San Juan y el de la Virgen
Dolorosa, bajo palio. Clero parroquial, autoridades y Banda de música.
Miércoles Santo.
—Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. Esta antigua y
fervorosa Hermandad hizo su recorrido en medio de la admiración general. Consta
de dos “pasos”. Abría marcha la Banda de cornetas y tambores de los Salesianos,
de Osuna; “paso” del Señor, escultura de gran mérito, luciendo cuatro hermosos
faroles de época, alumbrados con luces eléctricas, debiéndose la restauración
del “paso”, así como su exorno, al entusiasmo creciente de su incansable
hermano mayor, D. Manuel Navarro González, y camarera, doña Rosario Pérez de
Carrillo. Seguían los cofrades, cuya directiva estrenaban este año capas
moradas y escudos. “Paso” de la Virgen, con el Evangelista, adornado con gusto
por su camarera, la señorita Amparo Alejandre. Preste y comisión del
Ayuntamiento, presidiendo, y, por último, la Banda Municipal de Lora, que
interpretó las mejores marchas de su repertorio.
Jueves Santo. —Nuestro
Padre Jesús de la Vera-Cruz, “paso” de San Juan y el de la Santísima Virgen,
bajo palio, cuyo manto, bordado en oro, llama la atención anualmente, por su
riqueza y mérito artístico. Presidencia parroquial, autoridades, presididas por
el señor Alcalde, y Banda.
Viernes Santo.
—Cofradía del Santo Entierro, compuesto de tres “pasos”; artística urna de
Cristo Yacente, “paso” de San Juan y el de la Soledad, bajo rico palio, cuyo
ornato, debido a sus camareras, las señoritas de Novales, llamó, como siempre, la
atención, por su delicadeza, al par que suntuosidad y finura.
Durante el paso de
todas las cofradías se cantaron sentidas e innumerables “saetas”, algunas de
verdadero mérito, por su estilo. El tiempo, espléndido; la animación,
grandísima, y las Hermandades, demostrando cada una su creciente celo por sus
respectivas imágenes. —Corresponsal.
Poco he de añadir a este texto. Llama la atención la
suntuosa redacción, así como los tres pasos con los que contaban respectivamente
las Hermandades de la Humildad, Vera Cruz y Santo Entierro, y la imagen de San Juan que acompañaba bajo
palio a la Dolorosa de la Hermandad de Jesús Nazareno. De todo ello ya dimos
testimonio en nuestro libro “Fuentes Penitente”, haciendo mención que
desgraciadamente solo se conserva la efigie del santo de la Hermandad del
Postigo, aunque está retirada del culto, así como en la Hermandad de la Vera
Cruz conservan parte de sus ropas.
En el caso del Santo Entierro se tiene constancia de que no
poseía imagen propia, procesionó por
primera vez en 1889 y provenía en años alternos “de la Ermita o de las Monjas”,
es decir, cedidas por las Hermandades de la Humildad y Vera Cruz.
Paradójicamente la figura de San Juan Evangelista ha desaparecido
de las cuatro hermandades “históricas” de Fuentes y desde 2009, en una imagen
de nueva hechura, forma parte del misterio de la Entrada en Jerusalén de la
novicia Hermandad del Domingo de Ramos.
Esta es la Semana Santa del ayer, que como hoy, sigue siendo
Evangelio en la calle, donde el Dios hecho hombre que padece y muere, nace en
nosotros al tercer día; un Jesús triunfante y glorioso que viene a iluminar la
vida con su Pascua.
Y en ese espíritu, unamos nuestra voluntad porque, lo único
verdaderamente importante es Él, es Dios.
Francis J. González
Fernández
Cronista oficial de
Fuentes de Andalucía
Ref. bibliográfica: GÓNZALEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Aquella Semana Santa... la de 1930. En
Revista de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía 2010. Fuentes de Andalucía
(Sevilla): Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Jesús de la Santa Vera
Cruz y María Santísima del Mayor Dolor, 2010, núm. 16, págs. 40-41.
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