
El pasado 13 de junio, en el transcurso de la Eucaristía que el Grupo de Fieles de Nuestra Señora de la Aurora -celebraba en la Capilla de la Virgen- dedicaba a San Antonio de Padua con motivo de su festividad, se hizo público mi nombramiento como Felicitador de la Virgen en la edición de 2011.
Un acto de exaltación en el que me preceden dos buenos amigos de mi Tertulia Cofrade «El Sahumerio», Javier Cantalejo y Chema Rodríguez, y que viene a celebrarse tradicionalmente la noche del 7 al 8 de septiembre, en el momento que las manecillas del reloj marcan las 12 y comienza la festividad litúrgica de la Sacrosanta Natividad de la Bienaventurada Virgen María, onomástica de Nuestra Señora de la Aurora.
Una designación que recibo con entusiasmo y sumo agradecimiento a quiénes han depositado en mi persona su confianza y me han honrado con tal privilegio, y de la que tuve conocimiento de una manera singular y muy especial para mí. Fue ante mi bendita Madre Auxiliadora, en la mañana clara de su romería, cuando los romeros emprendíamos la bajada hacia la Fuente de la Reina.
Desde aquí solo puedo mostrar mi más sincera gratitud y alegría, y tal como expresé en mi Pregón de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía, espero contar con la bendición de Dios y que el Soberano me otorgue “la facilidad necesaria para que lo que reboza de mi corazón, pueda ser expresado por mi boca”.
Y cuando llegue el momento, sin ser digno de ello, me pueda situar a las plantas de Santa María de la Aurora y mi parca ofrenda de palabras de fe sirvan para gloriar a la Madre de Dios en el inicio de su fiesta, haciéndolo con la seguridad que Ella me pueda otorgar y la rotundidad, sin titubeos, de las palabras de San Pablo, cuando afirmó: “creo, por eso hablo”.