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A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

jueves, 12 de agosto de 2021

LA DEMOLICIÓN DE LAS ÚLTIMAS PUERTAS DE LA VILLA DE FUENTES: LOS ARCOS DE CARMONA Y DE ÉCIJA.


Francis J. González Fernández
Cronista oficial de Fuentes de Andalucía



El crecimiento y la conformación de las primeras calles de la villa de Fuentes se apoyó en los ejes perpendiculares que trazaban los principales caminos de comunicación con los núcleos poblacionales colindantes. De este modo, en el trayecto más próximo al castillo del Hierro del Carril de la Lana –que comunicaba Fuentes con Carmona y Écija– fue surgiendo la calle Mayor, y perpendicularmente, desde los pies de la originaria iglesia levantada en la colina superior, se configuró hacia el norte la calle Carrera, en comunicación con el camino de La Campana y la Vía Augusta. A espaldas de la torre del castillo, nacía en dirección suroeste el camino de Marchena, y hacia el noreste, el camino de Palma, que pasaba por las tierras y caserío de La Monclova.

Unos trazados de caminos y naciente trama urbana que determinarían del mismo modo las puertas y arcos que daban acceso a la villa, que ya en el siglo XV se hallaba barreada o cercada, una práctica frecuente en la época con objeto –sobre todo– de la prevención de epidemias y males endémicos.

A esta función se unía el papel de los accesos al caserío fontaniego, que no tenían carácter de defensa militar, sino de control tributario y, sobre todo, sanitario, favoreciendo la protección de los habitantes del lugar con el aislamiento de los mismos, controlando el acceso al núcleo de población por las puertas estipuladas.

LOS BARREOS DE LA VILLA

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua el término barrear, hoy en desuso, significa «cerrar, fortificar con maderos o fajinas un sitio abierto», y en la Edad Media simplemente cercar o amurallar [1].

Con esta práctica, y ante males tan contagiosos, los pueblos se intentaban librar de las epidemias protegiendo a sus habitantes, sometidos forzosamente a un estricto control.

A lo largo de los siglos XVI y XVII la peste fue la pandemia crónica que más afectó ineludiblemente a Fuentes y su comarca, y son diversos los registros documentales que dan testimonio de ellos, así como de los consiguientes barreos llevados a cabo por iniciativa del propio cabildo municipal.

El primer cercado de la villa datado se remonta a 1583. En el cabildo celebrado por el Concejo, Justicia y Regimiento de la villa el 2 de marzo de este año se acordó –ante la amenaza de la peste– el barreo del núcleo de Fuentes, dejando solo abiertas las puertas de Marchena y la del Monte, siguiendo el ejemplo de otras localidades del entorno geográfico.

«[…] En este Cabildo el dicho señor Alcalde, Cristóbal Gómez Tortolero propuso que ya que a sus mercedes es notorio como la ciudad de Écija, villa de Carmona, Marchena, Osuna y otros lugares de esta comarca se han barreado y van barreando con toda diligencia para guardarse de la peste que se dice andar en muchas partes de esta Andalucía, de manera que por la misma causa conviene asimismo que esta dicha villa se guarde y barree porque no haciéndolo se les impedirá a los vecinos de esta dicha villa la entrada, trato y comunicación con las demás partes que se guardan y que están declaradas. Una de las cuales es la ciudad de Sevilla, de donde tanto daño se seguirá a los dichos vecinos de esta dicha villa si no entrasen y tratasen en ella.
Que sus mercedes provean lo que convenga y debiéndose barrear de adonde se proveerá el dinero para ello.
[…] Asimismo que solamente queden dos puertas: la una, la puerta de Marchena, otra a la puerta del Monte que es al fin de la Carrera. Y que se tenga cuidado de enviar a la dicha ciudad de Écija por razón de los lugares de que se guarda» [2].

Años después, en el cabildo celebrado el 9 de junio de 1599 [3] se volvieron a adoptar medidas para barrear la villa y librarla de la epidemia vigente, y dos años más tardes, el 19 de marzo de 1601 [4], se tomaron nuevas acciones de cercado a consecuencia de la epidemia. Ante la magnitud de la enfermedad, en el cabildo del 27 de mayo de 1601 «se trató como respecto de que cada día va en aumento las enfermedades del hambre que por los lugares comarcanos crece, se mandó cerrar las puertas de límite y que sólo se sirviese esta villa por la Puerta del Monte y que en ella guardasen personas responsables y de confianza que pudiesen despachar entre muros y lo demás que se le ofreciese. […] los vecinos que fuesen señalados por guardas para la dicha puerta del monte, el uno de ellos ha de tener la llave y a las 3 de la mañana ha de abrir y estar advertido el día sin que ninguno falte salvo a horas de comer yendo uno y quedando otro» [5].

Décadas más tarde, en el cabildo acontecido el 3 de junio de 1637 [6], se encomendó a los regidores Pascual García Pilares y Francisco Martín de Góngora que se personaran en los lugares de la comarca con presencia de epidemia de peste, para conocer de primera mano la situación a la hora de adoptar las medidas pertinentes en la villa de Fuentes. De tal magnitud era la epidemia que días más tarde, en cabildo convocado para el 23 de junio, los presentes determinaron barrear la villa para guardarla de la peste.

Pero las epidemias no cesaban, y en 1649 amenazó de nuevo estos lares de la campiña sevillana. En cabildo del 6 de enero se acordó acometer el barreo de la villa «para evitar contagio de enfermedades» [7], de la misma forma que lo estaban haciendo otros núcleos cercanos.

Ante el temporal de invierno, que había dañado considerablemente las cercas, en abril de 1649 se acordó el reparo de las cercas y portillos que servían para proteger la villa. Durante el periodo de tiempo que la epidemia estuvo vigente, el acceso a la población era controlado por cuatro aguaciles, a los que, en cumplimiento de lo dictado en el cabildo de 12 de julio de 1649 [8], se le otorgaron 40 reales a cada uno por su diligencia en la vigilancia de las puertas y otros actos relativos a evitar el contagio de la peste.

La epidemia no remitía, y un nuevo brote se expandió por la zona, por lo que en enero de 1650 se toma la decisión de cerrar la Puerta del Monte y que sólo quede abierta la de Marchena, con los guardas pertinentes [9]. De tal magnitud fue la epidemia que el cabildo prosiguió tomando medidas en los meses siguientes, como consta en las actas de los cabildos de 24 de abril y 1 de mayo.

Casi un siglo después del primer barreo documentado de 1583, en el verano de 1679 se llevó de nuevo a cabo esta práctica en la villa de Fuentes, según unas notas aparecidas al final del libro de colecturía de la Iglesia Parroquial que da comienzo en el año 1711 [10]: «Cuando se hallavan los Pueblos sincumbezinos con la calamidad de la peste […].se Barreo esta villa teniendo en cada puerta un diputado con sus guardas para que no entrase ningun transitante». Parece ser que el 27 de agosto de 1679, habiendo sido «Dios servido de precabidad de tal conatgio», Fuentes y sus vecinos «le votaron fiesta a Ntra. Sra. y a su Patron Sn. Sebª. [San Sebastián]».

LAS ÚLTIMAS PUERTAS DE LA VILLA

Al núcleo histórico de la villa de Fuentes se accedía por medio de cinco puertas, portillos, arcos o postigos, que en su origen desempeñaron el papel de controles fiscales y sanitarios, como se ha citado con anterioridad.

La puerta o arco de Marchena se ubicaba en la zona inferior de la Barrera de Palacio (Plaza de España), en las proximidades de la torre del castillo de los Señores y franco sur de la plaza, de donde partían dos caminos distintos hacia la villa ducal, el alto y el bajo; mientras que la puerta del Monte, situada en la parte baja y extrema de la calle Carrera, comunicaba con los caminos del norte, así como con la Fuente de la Reina, principal manantial de abastecimiento de agua potable para la población fontaniega.

En los extremos de la calle Mayor se situaban las puertas de Carmona –también nombrada de Sevilla–, junto a donde se fundaría el monasterio de las Mercedarias Descalzas, y la puerta o arco de Écija, en el extremo oriental de la calle, por encima de donde hoy se sitúa la calle Roque Vasco.

Por último, en el ángulo noreste de la villa, se situaba el Postigo del Carbón, por cuyo camino se iba hacía La Monclova y Palma del Río. Un acceso de menor entidad y el último en levantarse.

En la segunda mitad del siglo XVIII aún se tiene constancia documental de la existencia física del Arco de Marchena, construido en ladrillo y encalado, siendo los arcos de Carmona y Écija demolidos en la segunda mitad del siglo XIX, y convirtiéndose de este modo en los dos últimos que desgraciadamente desaparecieron y fueron eliminados del entramado urbano.

En la sesión plenaria celebrada el 10 de marzo de 1877, el alcalde manifestó «que el arco llamado de las Monjas que se encuentra a la entrada de la calle Mayor por la parte de la Alameda, según varias personas le han hablado, y que a la simple vista se observa, se encuentra en un estado ruinoso, principalmente su clave, y hay temores de que se desprenda y pueda suceder desgracia» [11].

El ayuntamiento enterado encargó su reconocimiento a los peritos de albañilería Diego García Sánchez y Francisco Ruiz Tesoro.

Una semana después, en la posterior sesión del cabildo que tuvo lugar el día 17, se dio lectura al informe redactado por los peritos antes citados:

«[…] si bien es cierto que la clave de dicho arco está parte de ella ruinosa, no se considera esté en estado de hundimiento, todo es, que necesita hacerle la precisa reparación, pero que esta ha de ser algo costosa. El ayuntamiento después de oído a la Comisión de Ornato Público y considerando lo inútil que es la conservación de dicho arco, pues no reporta ventaja alguna a la población y sí gastos que necesariamente hay que hacer en repararlo, por unanimidad acordó: la demolición de toda parte que lo constituye […]» [12].

Esta zona de la calle Mayor, aún en las primeras décadas del siglo XXI, es conocida de forma popular entre los vecinos más mayores como «el arco».

La misma suerte corrió el arco o puerta de Écija. En el pleno municipal convocado para el 13 de abril de 1878, el alcalde manifestó «que varios vecinos se han acercado haciéndole presente el mal estado en que se encuentra el arco que de muy antiguo existe en la calle Mayor de esta población, pues se haya desplomado y abierta su clave, de manera que amenaza ruina. El ayuntamiento en su vista y considerando las desgracias que puedan ocurrir si llega a hundirse dicho arco, no tan solamente a las personas que por junto a él transitan si no es también a los edificios inmediatos, por unanimidad acordó se le haga saber al perito de albañilería Francisco Ruiz Tesoro pase inmediatamente a reconocerlo, y si lo encuentra en el estado de ruina que se dice proceda a su hundimiento con las precauciones necesarias, y sus materiales se vendan en pública subasta» [13].

Lamentablemente, el arco de Écija fue demolido, y con su desaparición se exterminó de la trama urbana fontaniega este tipo de estructuras arquitectónicas que con el desarrollo urbanístico acontecido en el siglo XVIII habían perdido sus funciones. Circunstancia que no lo exime de la irreparable pérdida que supuso para el patrimonio histórico local.   
 
 
NOTAS:
1] NAVARRO LORA, José María. Del barreo de la villa de Fuentes. En Aires Nuevos: Periódico de información local. Fuentes de Andalucía (Sevilla): Asamblea local de Nueva Izquierda-Verde Andaluza (NIVA), julio 2001, I época, núm. 4, pág. 7.
2] (A)RCHIVO HISTÓRICO (M)UNICIPAL DE (F)UENTES DE ANDALUCÍA. Actas Capitulares. Libro 1. Cabildo 2-III-1583.
3] A.M.F. Actas Capitulares. Libro 3. Cabildo 9-VI-1599.
4] Ibídem. Cabildo 19-III-1601.
5] Ibídem. Cabildo 17-IV-1601.
6] Ibídem. Libro 4. Cabildo 3-VI-1637.
7] Ibídem. Libro 5. Cabildo 6-I-1649.
8] Ibídem. Cabildo 12-VI-1649.
9] Ibídem. Cabildo 11-I-1650.
10] (A)RCHIVO (P)ARROQUIAL SANTA MARÍA LA BLANCA DE (F)UENTES DE ANDALUCÍA. Libro 5 de Colecturía y Entierros de 1711. Fol. 27.
11] A.H.M. Actas Capitulares. Legajo 1, libro 2, folio 73. Cabildo 10-III-1877. 
12] Ibídem. Folio 78. Cabildo 17-III-1877.  
13] Ibídem. Legajo 1, libro 3, folio 85 v. Cabildo 13-IV-1878. 

miércoles, 24 de marzo de 2021

LA CONGREGACIÓN DE SIERVOS Y SIERVAS DE MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES DE FUENTES DE ANDALUCÍA

 


Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía

La Orden de los Siervos de María, también conocidos como servitas, es una orden religiosa católica de vida apostólica y de derecho pontificio, fundada en 1233 en Florencia (Italia) por siete hombres –conocidos por la literatura cristiana como los siete santos fundadores–, de orígenes nobles y burgueses.

La Orden pronto conoció una gran expansión y se convirtió, sin duda, en una de las más importantes de la Iglesia no sólo por el número y ciencia de sus frailes, sino también por la importancia de su rama de monjas contemplativas, que siguieron el espíritu de Santa Juliana de Falconieri, hermana de uno de los siete fundadores.

A ambas ramas se sumaron las numerosas congregaciones de religiosas de vida activa, sus institutos seculares y, sobre todo, por la enorme relevancia de su Orden Tercera de Seglares. Muchas de estas últimas, han derivado en los últimos siglos en cofradías de penitencia, conformando el amplio árbol de la familia servita.

Con el aval de siglos de historia y expansión del carisma servita, sería un presbítero de la Orden de Clérigos Menores –el padre Manuel Gil– quién llevaría a cabo la fundación, en los albores del siglo XIX, de la congregación servita en Fuentes de Andalucía. Tal hecho aconteció el 23 de noviembre de 1806 en la Iglesia Parroquial Santa María la Blanca, en una ceremonia a la que concurrieron “un crecido número de personas de ambos sexos”, el clero de la villa y una representación del ayuntamiento, como poder civil; dando de todo ello fe en testimonio de la verdad el escribano público Gerónimo Ruiz Ibañez.

La fundación había sido aprobada con fecha 4 de julio de 1806 por el Provincial de la Orden Servita de la provincia de España, quién había conferido al citado padre Gil facultades para tal fin, y ratificada con licencia del Ordinario –el arzobispo de Sevilla– el 7 de agosto del mismo año.

Su principal objetivo y fin, según consta en sus reglas fundacionales, era “renovar la memoria de los Dolores de María Santísima y los de Jesucristo Nuestro Señor”, pudiendo formar parte de la misma todos los hombres y mujeres de conducta cristiana.

El gobierno de la Congregación corría a cargo de una serie de oficiales, cada uno de ellos con unas competencias determinadas, todos bajo la dirección del Corrector, que tenía que ser un presbítero, el cuál era la cabeza de corporación y a quiénes tenían que obedecer. El primer corrector de los servitas fontaniego fue el cura D. Mateo de los Reyes y Montenegro.

Este era el encargado de la bendición de los escapularios y coronas, admitir los santos hábitos y profesión, y ordenar y dirigir las festividades, así como velar por el cumplimiento de las reglas. La Junta estaba compuesta por un subcorrector, un prior, dos diputados eclesiásticos y dos seculares, un maestro de novicios, dos enfermeros, un limosnero, un depositario, un secretario, una priora, una maestra de novicias y dos enfermeras. 

Erigida la congregación, esta encargó al ubriqueño José Fernández Guerrero “vecino de Cádiz y escultor de mérito de la Academia de San Fernando” la efigie de la imagen titular de la misma, una dolorosa de candelero, con las manos entrelazadas y mirada implorante, con una dulce expresión de resignado dolor y mesurado dramatismo. El coste de la misma ascendió a 1.000 reales de vellón y fue sufragado por los fontaniegos –siervos de la nueva congregación– Antonio María Escalera y su hija María Dolores.

José Fernández Guerrero (1748 - 1826) se formó artísticamente en la Academia San Fernando de Madrid, de donde se trasladó a Cádiz, ciudad en la que desarrolló su profesión. Entre las escasas obras de temática religiosa que se conocen de Fernández Guerrero están la Divina Pastora que se venera en la Iglesia de los Capuchinos de Sevilla; las imágenes de San Miguel Arcángel y el Santo Ángel de la Guarda del ático del retablo mayor de la iglesia gaditana de San Juan de Dios; Nuestra Señora de la Soledad de Jerez de la Frontera; o la Virgen del Mayor Dolor de la sacristía de la capilla dedicada al beato Diego José en Cádiz.

La imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Fuentes de Andalucía guarda una asombrosa similitud con la efigie de la Virgen de las Angustias de la archicofradía del Ecce Homo de Cádiz, no documentada a la fecha, pero si atribuida con bastante acierto a Fernández Guerrero.



[A la izquierda, Nuestra Señora de los Dolores de la extinta Congregación Servita de Fuentes de Andalucía. A la derecha, Virgen de las Angustias de la archicofradía del Ecce Homo de Cádiz].

La nueva dolorosa fontaniega fue expuesta al culto en un retablo de nueva factura que fue instalado a los pies de la nave de la segunda nave de la epístola de Santa María la Blanca. El mismo importó 3.000 reales, y fue realizado por el sevillano Francisco Calvete, según diseño de Juan Agustín Cean Bermúdez, director del Archivo de Indias.



La principal fiesta de la congregación era celebrada el viernes después de la dominica de pasión –Viernes de Dolores–, precedida de un septenario a la Virgen. Convocaban también función en la dominica tercera del mes de septiembre, así como en el día de los siete bienaventurados fundadores de la Orden de Siervos de María Santísima, el 11 de febrero. Anualmente, en la festividad de San Felipe Benicio, la hermandad tenía que celebrar cabildo general, y la junta de oficiales tenía la obligación de reunirse como mínimo una vez al mes, teniendo un periodo de mandato de tres años.

Los hermanos, que anualmente sufragaban una cuota de 2 reales –al menos en la época fundacional–, tenían la obligación de llevar siempre sobre su cuerpo el escapulario bendito de la Orden, y cumplir todo cuanto fuera dictado por el padre corrector.

Estrechamente vinculada a las sagas familiares de los Fernández de Peñaranda y de la Escalera, la hermandad obtuvo en un breve espacio de tiempo un valiosísimo ajuar de ropas y joyas para su titular, de la que se conservan entre otras una corona y puñal de orfebrería, ambos en plata sobredora, una media luna de plata repujada, una saya de terciopelo rojo bordada en oro y un manto de camarín negro bordado en oro. 

La desaparición como tal de la congregación servita fontaniega se produjo a finales del siglo XIX, aunque el culto a la Virgen de los Dolores y la celebración del septenario se mantuvo hasta mediados de la segunda mitad del siglo XX. 

A finales de la década de 1970, se constituyó en la propio templo parroquial una nueva cofradía de Semana Santa, que realizó durante escasos años su estación de penitencia en la tarde noche del Lunes Santo. Esta hermandad, cuya permanencia en el tiempo fue muy corta, tomó como titulares las imágenes de un Jesús Nazareno bajo el título de Gran Poder y como efigie mariana, la de la Virgen de los Dolores de la extinta corporación servita.

Aún sin hermandad propia en la actualidad, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores ha permanecido en su emplazamiento original y recibe culto en la Iglesia Parroquial de Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía, cuyo capilla mayor ha pasado a presidir durante la semana de pasión de 2021, culminando con una Solemne Función en el Viernes de Dolores.


[A la izquierda, altar extraordinario para el Septenario de la Virgen de los Dolores a finales del siglo XIX. A la derecha, imagen correspondiente al Viernes de Dolores de 2021]. 


FOTOGRAFÍAS: Fuentes Cofrade, Cofradía Ecce Homo de Cádiz y fototeca particular del autor. 



domingo, 28 de febrero de 2021

DE ANDALUCÍA, FUENTES

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía 


 

FUENTES

Si recurrimos al diccionario de la Real Academia de la Lengua, en la primera acepción de la palabra «Fuente» este describe el término como «manantial de agua que brota de la tierra».

Los numerosos pozos y manantiales que abundan por el entorno y en la propia población nos dan el suficiente argumento, junto con las fuentes documentales históricas conocidas, para corroborar que el lugar de Fuentes tomó su nombre de las propias características físicas de su territorio; un emplazamiento que comenzó a forjarse como villa en la segunda mitad del siglo XIV en torno a la torre y fortificación que en la actualidad se conoce bajo la denominación de Castillo del Hierro.

Uno de los documentos históricos más remotos conocido, que prueban la abundancia de agua en el lugar, es un memorial del regidor carmonense Jerónimo Barba de mediados del siglo XVI, que se conserva en el Archivo Histórico de Carmona. En él se denuncia que los moradores de Fuentes se habían apropiado de distintas tierras, en donde están «la fuente de la Aljabara, que era agua morisca, un despoblado realengo (San Pedro de Albadalejo); más de cuarenta pozos y fuentes moriscas, entre las cuales estaban las siguientes: Agua de Alvadalejo, Agua de los Álamos, Agua de la Fuente de la Enea, Fuente Recacha, Fuente de la Reina, Cuelgamuros y La Peñuela, Fuente del Cabo, El Cañuelo y el Añorete».

 

DE ANDALUCÍA

Pero no es hasta el siglo XVIII cuando se comienza a citar a Fuentes de Andalucía con la denominación actual, teniendo como objetivo el sobrenombre «de Andalucía» distinguir la villa de Fuentes, en las tierras de Sevilla, con las que con el mismo nombre existían en otros territorios peninsulares.
Por esta causa, ya en documentos de los siglos XVI y XVII se hallan ciertas referencias que citan «villa de Fuentes, en Andalucía», para distinguirla. La denominación actual aparece por primera vez en una carta oficial de don Manuel Fernández de Córdoba y Mendoza, marqués de Fuentes, al teniente corregidor de la villa, fechada en 15 de Enero de 1773, siendo a partir de 1791 cuando se generaliza dicho nombre.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en España se registran los siguientes municipios que comparten la primera parte de su nominación con Fuentes de Andalucía. Tales son Fuentes de Año (Ávila), Fuentes de León (Badajoz), Fuentes de Ayódar (Castellón), Fuentes (Cuenca), Fuentes de Carbajal (León), Fuentes de Nava (Palencia), Fuentes de Valdepero (Palencia), Fuentes de Béjar (Salamanca), Fuentes de Oñoro (Salamanca), Fuentes de Magaña (Soria), Fuentes Calientes (Teruel), Fuentes Claras (Teruel), Fuentes de Rubielos (Teruel), Fuentes de Ropel (Zamora), Fuentes de Ebro (Zaragoza) y Fuentes de Jiloca (Zaragoza), además de varias unidades poblacionales que pertenecen a otro municipio y no tienen entidad propia. De todos los núcleos, Fuentes de Andalucía es el mayor en número de población con 7.152 habitantes, seguido de Fuentes de Ebro con 4.549 [Fuente: INE. Año 2020]. 

martes, 23 de febrero de 2021

23-F. CUARENTA AÑOS DESPUÉS. ASÍ LO VIVIÓ FUENTES

 

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía
 
Un nuevo presidente pidiendo apoyos a las puertas de su investidura, España en crisis económica y la población fontaniega arrastrando las consecuencias de la recesión, que se agravaba con un invierno seco y sus repercusiones en la economía básicamente agrícola de la campiña de Sevilla. Pero a pesar de las penurias, en las alacenas de Fuentes olía a febrero, y en los lebrillos se sobaba esa masa anaranjada que aquí se preña de azúcar, canela y ajonjolí. A pesar de la estrechez, y aun cuando la fiesta no atravesaba sus mejores tiempos, la llegada del carnaval era cuestión de días, y las ganas se respiraban por las calles del pueblo.

Era lunes 23 de febrero, a tres días del Jueves Lardero; tal día como hoy de hace cuarenta años. Las manecillas del reloj marcaban las 18:23 horas, y dos compañías armadas formadas por 288 miembros de la Guardia Civil, comandados por el teniente coronel del mismo cuerpo armado Antonio Tejero Molina, asaltaban, subfusil en mano, el Congreso de los Diputados en Madrid. Al acceder al hemiciclo, el teniente coronel Tejero se situó en el atril de la cámara, disparó tres tiros intimidatorios al aire con su pistola reglamentaria y en un tono claramente amenazante clamó la expresión que después se popularizaría incluso en el ámbito humorístico: «¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Se sienten, coño!».


No solo los diputados que llenaban el Congreso durante la investidura de Calvo Sotelo pararon de inmediato, también pareció hacerlo España entera, que frenó en seco su actividad y se echó al suelo de la incertidumbre. El tiempo se detuvo, y la noticia no tardó en expandirse al resto del país. Nadie sabía qué iba a ser de esa España que acababa de salir de una dictadura de casi cuarenta años, y cuya naciente democracia parlamentaria era aun desmesuradamente frágil. Entre la pólvora y el humo de aquellos primeros disparos al aire se podía oler aromas de un pasado demasiado cercano.

Pepe Martín Ruano, concejal por el PSOE de la primera corporación de la democracia (1979-1983), se encontraba en casa escuchando por la radio en directo la sesión parlamentaria de investidura de Calvo Sotelo como presidente del gobierno. «Eran las seis y pico de la tarde, y ante la incertidumbre me fui a la sede del partido, en la esquina de la calle Cruz Verde con la Carrera». Allí permanecieron reunidos «la gente del partido» hasta bien entrada la madrugada, una vez que el rey habló en TVE y consideraron el descalabro del golpe.

Las calles de Fuentes quedaron desiertas, e incluso las murgas esa noche no ensayaron. «Estuvimos dos o tres días sin ensayar, hasta que la cosa se aclaró», relata José López Escobar «El Nieto», de la murga «Los Cherokys».


Fuentes vivía el golpe de estado más o menos como en el resto del país: entre el miedo y la estupefacción. Fernando Milla, policía municipal en la época, narra que en Fuentes no ocurrió nada digno de mención, más allá de que algunos políticos de izquierda estuvieron «quitados del medio», ante el miedo de lo que pudiera ocurrir.

Por el contrario, se llegó a rumorear que hubo personas de ideales de derecha que llegaron a personarse en el cuartel de la Guardia Civil, en la calle San Sebastián, para ponerse a disposición de las «fuerzas del orden».

El atardecer trajo consigo un estado de alarma no decretado, que imponía un toque de queda imperado por la arbitrariedad y desvarío de unos pocos. El desasosiego se vio incrementado por la falta de información, ante la toma de TVE y el pavor que imponía escuchar Radio Nacional emitiendo música ambiente.

El discurso del rey desde Zarzuela emitido por televisión a las 1:12 h. de la madrugada frenó definitivamente la insurrección, aun quedando por delante horas de encierro en el Congreso, y una estela de miedo en la ciudadanía difícil de olvidar.
«Aquella noche no dormimos, no pegamos ojo», manifiesta Juan González Tirado –mi padre–. «Tu madre estaba a punto de cumplir, había tenido azúcar durante el embarazo y al día siguiente, bien temprano, teníamos que irnos para Sevilla, porque la ingresaban en García Morato para el parto». «No había un alma por ningún lado. Dejamos a tus hermanos con los abuelos antes de irnos, y les dijimos que ese día no lo llevaran a la escuela», apostilla.

Tras la confusión, el desconcierto y el miedo, y tras 18 horas de encierro –al mediodía del martes 24 de febrero– Tejero se entrega y abandona el Congreso junto a los guardias civiles implicados en el asalto. 
El comienzo del carnaval fontaniego era inminente, y si la fiesta por antonomasia de Fuentes de Andalucía no lo paró ni Franco, mucho menos lo iba a frenar un guardia civil de tebeo y su berlanguiana cuadrilla en aquella intentona de golpe de estado.


Tres días después del fallido asalto, los fontaniegos se fueron a lardear, y como declara Justo Ruiz García –delegado de Festejos a la fecha–
«la programación de la fiesta se desarrolló como estaba previsto y Fuentes tuvo Carnaval» en 1981, aún con el miedo en el cuerpo.

Al año siguiente, –en el carnaval de 1982– la murga de «Los Cherokys», inmortalizó este hecho histórico en una de sus coplas, que aún perdura en la memoria colectiva de muchos fontaniegos.

«Con el golpe que dio Tejero, saludamos con mucha gracia,
que se tire to el mundo que tengo ganas de hacer gimnasia.
Y como somos sevillanos, y tenemos tanto salero,
aprovecho que estoy cantando para decirle al Sr. Tejero,
que si quiere pegar más golpe que se coloque en el Paro Obrero. 
Arza y toma pastillas de goma que me ha dicho el Moro que son pa dormir,
y yo tengo otra clase de goma, y yo tengo otra clase de goma
pa’ que mi parienta no pueda parir. 
Dice que se cayó Suárez, y se dio contra una farola,
y se puso de cardenales como si fuera El Palmar de Troya.  
Cuando le recetó el prácticante, la pomada del tío el bigote,
esta pomada cuando tú quieras te la colocas tú en el cipote. 
Arza y toma… 
Dice que Fraga le decía, déjate ya de cachondeo
no me asustas todavía porque las balas son de fogueo.
Y cuando le pegó los tiros, comprobamos que en el congreso,
los de la primera fila se fueron tos’ pa’l suelo derecho,
y los que estaban más p’arriba pegaron con el culo en el techo.
Arza y toma…». 

Lo único que aquellos guardias civiles y militares no pudieron parar aquellas horas fue el curso natural de la vida. Hubo quien en medio de un intento de golpe de estado llegaba al mundo sin saber que lo hacía en un país que había tirado una moneda al aire. Esa moneda estaba debatiéndose entre la cara democrática o la cruz de un tiempo pasado que hasta ese día parecía, ficticiamente, superado.

Y entre ellos, llegó a este mundo el que escribe, que vio la luz de esta tierra a la amanecida de un 28 de febrero, en la resaca de esta sacudida a los cimientos de una incipiente democracia que gritó contundentemente en las calles «Por la libertad, la democracia y la constitución».

Los de 40 para abajo tenemos que preguntar cómo se vivió ese día, por motivos obvios, pero quien tenía algo más de edad, no olvida qué estaba haciendo en el momento en el que se enteraron del intento del golpe.

Y tú, ¿cómo viviste aquel fatídico 23-F?



lunes, 8 de febrero de 2021

PRUEBAS DOCUMENTALES DE LA CELEBRACIÓN DEL CARNAVAL DE FUENTES DE ANDALUCÍA EN EL SIGLO XIX

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía 

El origen del Carnaval de Fuentes de Andalucía es prácticamente desconocido ante la ausencia de datos históricos en fuentes escritas, ya que se trataba de una celebración en la que el ente municipal ni organizaba ni se involucraba directamente, siendo una fiesta íntimamente relacionada con las clases más populares del pueblo, que antes de la cuaresma disfrutaban de una ocasión especial para divertirse dando rienda suelta a la imaginación y criticando al poder con sus particulares coplas, algo que acabaría incomodando a las clases dominantes y a la propia Iglesia católica.

Las investigaciones llevadas a cabo en las últimas décadas y que han visto la luz en diversos trabajos, atestiguan mediante la recogida de testimonios orales que ya en la década de 1920 el carnaval se celebraba en las calles fontaniegas, habiéndolo hecho casi ininterrumpidamente hasta la actualidad, incluso durante la segunda mitad de la dictadura franquista.

El estallido de la Guerra Civil y sus consecuencias políticas y sociales, provocaron que entre 1937 y 1954 –ambos inclusive– el carnaval estuviera completamente prohibido, aun cuando hay testimonios que aseguran que hubo ocasiones en las que se llevaron a cabo pequeñas celebraciones en casas privadas al llegar el mes de febrero, en las que se cantaban coplas carnavalescas.


Sería el año 1955 el que marcaría un hito en este periodo de prohibiciones, rubricando el inicio del resurgir del carnaval fontaniego. A principios de año, cuatro conocidos maestros de murgas se reunieron y, desafiando al régimen, deciden sacar adelante una agrupación, comenzando a ensayar coplas de forma clandestina sin tener la seguridad de que pudieran llegar a salir a las calles en febrero. Rebosantes de ganas de carnaval, no dudaron en acudir al alcalde, que previa revisión del repertorio y fijando una serie de normas, les permitió cantar por las calles, casinos y tabernas en los días previos a la cuaresma.

Al año siguiente comenzaron a salir algunas máscaras a la calle haciendo tímidas incursiones hacia la Carrera, y sería el año 1957 el de la consolidación de una nueva etapa del Carnaval de Fuentes de Andalucía, al autorizarse por el poder local murgas y máscaras, siempre con estrechas normas y no pocos altercados con la guardia municipal. 

El hecho de la celebración de la fiesta en un contexto político y social como el que vivía España en esos momentos, provocó que el Carnaval de Fuentes de Andalucía se convirtiera en foco de atención de toda la provincia de Sevilla, al tratarse de un caso excepcional que sobrepasaba incluso los límites regionales.

Hay que tener en cuenta, que incluso ni en Cádiz, la fiesta fue autoridad en el mes de febrero, trasladándose al verano y posteriormente a mayo bajo la denominación de Fiestas Típicas Gaditanas. 

Al margen de la particularidad de suma importancia de su trayectoria histórica, el Carnaval de Fuentes de Andalucía posee una serie de aspectos singulares que lo hacen único, y que en la suma de estos y otros menores dan lugar a una fiesta ya no solo cargada de elementos lúdico-festivos, sino digna de estudio por sus valores antropológicos e íntimamente ligada a gran parte de la sociedad fontaniega durante al menos el último siglo y medio.

Estas características particulares, son:

1. El inicio de la fiesta: Jueves Lardero

2. El sabor del Carnaval: El Entornao

3. El lugar de la celebración: La Carrera

4. La protagonista autóctona: La máscara

5. El sonido de la fiesta: La murga

Un carnaval que, aunque ya era considerado histórico y centenario, ahora queda probado documentalmente, tras el reciente hallazgo en el archivo municipal, en el marco de unas investigaciones llevadas por el cronista de la villa, Francis J. González.

En sesión capitular celebrada el 4 febrero de 1893 «el Ayuntamiento por unanimidad acordó autorizar al Sr. Alcalde [el conservador Francisco Javier de la Escalera y Fernández de Peñaranda] para que publique un bando encaminado a que por las máscaras y demás vecinos de la localidad no se comentan abusos en los próximos días de carnaval, y castigue a los contraventores con las multas que la ley municipal autoriza».


El de Fuentes es posiblemente uno de los carnavales que conservan mejor su esencia histórica, lo que le hizo ser distinguido como Fiesta de Interés Turístico. Una fiesta que en 2021, como ocurriera desde 1937 a 1954, el pueblo vivirá de puertas adentro y –en esta ocasión–, a través de las redes sociales. Del mismo, lejos de grandes concentraciones, el Centro de Interpretación del Barroco acogerá una magna y pionera exposición de la fiesta.
 

 

lunes, 1 de febrero de 2021

LA PÉRDIDA DE CAUDAL DE LA FUENTE DE LA REINA. UN MAL CÍCLICO DOCUMENTADO DESDE EL SIGLO XVI

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía



En los últimos meses, muchos fontaniegos han levantado la voz de alarma ante la drástica reducción del caudal del caño de la Fuente de la Reina, emplazamiento histórico en las cercanías de la villa de Fuentes que da nombre a este blog de historia. Un hecho que no es insólito pues, a lo largo de los últimos cinco siglos, son diversas las referencias escritas que nos dan testimonio de este contratiempo cíclico del surtidor que –en centurias atrás– fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario».

La Fuente de la Reina es un complejo de estructuras de carácter hidráulico destinado a la captación, conducción y abastecimiento de aguas para el consumo humano y animal, cuya construcción se vincula en los últimos estudios realizados –basados en la intervención arqueológica llevada a cabo en paralelo al proyecto de obras de creación de Parque Arqueológico «Fuente de la Reina» a la expansión de la villa de Fuentes en el siglo XVI  [1].

Los caños que alimentan el pilar se abastecen a partir de un «complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o minas cuyas aguas se conducen hacia un arca o espacio colector», y de ahí parte una conducción subterránea que, con un recorrido sinuoso de aproximadamente 100 m. de longitud, se dirige hacia la fuente, recogiendo el agua de otros pequeños veneros presentes en la zona.


Ya a finales del siglo XVI se tiene constancia documental de la necesaria reparación de la fuente, tratándose el asunto por el cabildo municipal en la sesión capitular celebrada el 16 de agosto de 1599, constando: «Porque la Fuente de la Reina estaba muy maltratada y es cosa muy necesaria para el beneficio y provecho de esta villa que la dicha fuente se repare y ponga como conviene para el beneficio de ella, […]» [2].

Un siglo después, en 1590, se labró el pilar que se conserva dentro del edificio de la fuente, ejecutado por el cantero Antonio Gil: «Yo Antonio Xil, vecino que soy en esta villa de Morón de la Frontera, digo que me obligo de hacer un pilar para la villa de Fuentes de cuatro varas de largo de biseco y dos varas de ancho, solado y chapado de cantería, con dos piedras foradadas por donde caiga el agua y otra piedra de seis cuartas de largo y tres de ancho para en medio de la pared, […] y las piedras de pretil han de ser machihembradas y chaflanadas, y toda la obra ha de ser de la cantería del despeñadero de esta villa [Morón], y se advierte que la cantería ha de ser por cuenta de la dicha villa de Fuentes […]» [3].


«
[…] Anttonio Gil, pedrero, […] a hecho y assenttado el pilar de la fuentte de la rreina y por quanto además de su obligaçión hiço una cruz y una grada de piedra para dicho pilar […]» [4].

Los problemas con el abastecimiento se sucedían, y a inicios del siglo XVIII se ejecutaron reparaciones concentradas principalmente en los caños de la conducción, tal como consta en cabildos de 1700 y 1710.

«[…] 120 reales […] se gastaron en aderessar la fuente de la Reyna en el reparo que hisso por aversse roto la cañería cuyo costo […]» [5].

«[…] de seiscientos y treinta y cinco reales gastados en aderezar la fuente de la Reyna única que tiene esta Villa por haverse roto su conduzión el dicho año passado de setezientos y nueve» [6].  

La escasez del caudal de la fuente en 1703, provocó que en el cabildo del 11 de junio de 1703 se acordara la limpieza de los pozos Santo y de Juan Ibañez para el abastecimiento de los humanos, y otros destinados al ganado [7].


En 1746 los daños de las cañerías y de los depósitos provocaron una caída considerable del caudal, obligando a los habitantes a abastecerse de otras fuentes públicas de peor calidad. Ante ello, el cabildo tuvo que intervenir de urgencia en la Fuente de la Reina, ya que el consumo de agua procedente de determinados pozos estaba suscitando problemas de salud a los propios del lugar:
«[…] en atensión a que el año pasado de mill setesientos quarenta y tres acaesió la desgrasia de faltarle agua a la fuente de Reina distante desta Villa como medio quarto de legua siendo la única fuente que ai para el abasto común de sus vesinos por ser todas las demás aguas de los posos desta dicha Villa salobres por cuio motibo dichos vesinos la buscaban en diferentes posos del término de esta Villa, distantes de ella unos media legua y otros tres quartos de legua con grabe costo y perjuisio de la salud pública por ser las aguas de dichos posos remansadas, de que se siguió bisiarse la salud de dichos besinos padesiendo grabes enfermedades y las muertes de algunos y abiéndose hecho reparo por los medios desta Villa que dichas enfermedades tenían su orijen de la mudansa de dichas aguas bisiadas para cuio remedio no tendiendo esta Villa medios ni fondos para haser la obra correspondiente en dicha fuente por aber declarado maestros intelijentes ser necesario descubrir toda la cañería de ella asta el arca del agua cuia distansia compone más de quatrosientas baras. […] se gastaron con otras cantidades que esta Villa administró en la obra de dicha fuente hasta aberla puesto de dar el agua necesaria para el abasto de esta Villa con lo que sesaron los referidos perjuisios […]»  [8].


Solo tres años más tarde, en 1749, se planteó la problemática de que el agua de la fuente resultaba insuficiente para el abastecimiento del pueblo, por lo que el cabildo pidió el examen de la misma al alarife Juan Ruiz Florindo: «[…]
haviéndosele dado a su merded notizia de que la fuente de Reina, que es la única de que se abastece el vecincario desta Villa no da el agua correspondiente para dicho abasto con cuia notizia y para subbenir al más prompto remedio su merced hiso pasar a Juan Ruiz Florindo, maestro de albañil desta Villa al reconosimiento de dicha fuente el que inmediatamente esecutó dando notizia a su merced de cómo en la cañería de dicha fuente avía ronpimiento por el que el agua de su benero se salía cuio remedio se hasía presiso desembolber la dicha cañería que lo dilatada para recoger las aguas que de ella se salían y hasen mucha falta para dicho abasto […]» [9].

En 1764 se vuelve a pedir un informe sobre el abastecimiento de agua y su inspección, en esta ocasión a Alonso Ruiz Florindo: «En estte Cauildo dichos señores dijeron que por quanto por diferenttes vesinos esta villa se había dado quentta de su gran escases de agua que se esperimentaba en la única fuente que en ella ai para la manutenzión del común de estte vesindario y que se esttaba padesiendo estta notable falta por no haver otra agua en esttas inmediaciones a propósito para dicho abasto y que cada día se esperimentaría más escases así por el tiempo sercano del agosto como porque se reconosía haver hecho curso y rotto la cañería por ottros sitios diferentes. En cuia inttelixencia deseando sus mersedes poner el correspondiente remedio para obiar estte perjuicio acordaron se le haga sauer a Alonso Ruis Florindo maestro alarife e inttelixente en cañerías vesino desta Villa pase a dicha fuentte reconosca las cañerías y si padese o no extrabío el agua desde su arca hasta la pila de dicha fuente intteligenciándose de la obra presisa para su remedio como también del costo de matteriales y maniobra que podrá ttener hasta su perfectta conclución y hecho que sea dicho reconosimiento comparesca a declarar bajo de juramento» [10].

Los problemas de abastecimiento menguarían en 1787 con la apertura de una nueva mina de agua y la construcción de un nuevo acceso al conjunto hidráulico, llevado a cabo por el alarife municipal José Fernández: «En la fuente de la Reina que es la principal que surte al pueblo de aguas potables se hiso una mina de ocho baras de longitud cubierta de rosca y capás de andar a pie derecho por ella, cuia mina en su superficie tiene ocho baras de profundidad al terreno orisontal y desde esta mina se arrancó y fabricó una escalera firme y capás para poder entrar a pie derecho en todos tiempos a su reconocimiento y demás minas, arca y cañerías de dicha fuente que se asearon y limpiaron, cuia escalera llega asta el referido terreno orisontal y está situada mirando al medio día en lo más elebado del último serro, dando vista a la fuente como a docientos pasos de ella y a la isquierda del camino yendo desde el pueblo como beinte, cuia especificasión se hase por si en lo venidero se oscureciese la entrada de dicha escalera no obstante la elebación y señales con que ha quedado […]» [11].

Otra referencia se localiza en la segunda mitad del siglo XIX, cuando en la sesión capitular celebrada el 29 de enero de 1876, «se hizo presente el mal estado en que se encuentra la fuente pública llamada de la Reyna, de la que se surte la generalidad del vecindario, por la poca agua que hecha, y por consiguiente se estaba en el caso de tomar una medida sobre el particular. El ayuntamiento en su vista y considerando que si bien efecto de los años tan cortos de agua, pueden haberse agotado un poco los veneros de ella, nunca se cree puedan haberse quedado tan reducidos como se hallan, y en su virtud por unanimidad acordó: que en el día de mañana se proceda por el maestro albañil Francisco Ruiz Tesoro a descubrir los depósitos y cañerías de dicha fuente, bajo la inspección de los concejales de esta Municipio D. Antonio Seaone Rodríguez y D. Francisco Sillero García, y haga un minucioso reconocimiento en ellas para si se hallan obstruidas, bien por hundimiento o cualquiera otra causa y siendo así, inmediatamente se componga, en términos que quede expedita y salga agua sin el menor obstáculo, abonando el gasto que ocasione la operación, del capítulo respectivo del presupuesto municipal» [12].


Fotografía realizada el 31/01/2021, donde se aprecia el débil caudal.

La última gran intervención sobre el conjunto hidráulico que nos ocupa se acometió en el año 2018, con la puesta en valor del espacio y creación del Parque Arqueológico de la Fuente de la Reina, rehabilitándose al mismo tiempo minuciosamente todo el sistema subterráneo de captación de aguas. En paralelo a esta obra se ejecutó una interesantísima intervención arqueológica que aportó un completo informe para el conocimiento de las estructuras superficiales y subterráneas y su evolución histórica, apoyado en un somero estudio documental.


Sea como fuere, la historia vuelve a repetirse, y de momento, el caudal de la Fuente de la Reina sigue pobre y deficiente, sin conocerse las causas. ¿Escasez de lluvia? ¿Sobre explotación de los acuíferos por la proliferación de pozos en el entorno? ¿Desvío de los flujos subterráneos de agua? ¿Obstrucción de la cañería en su tramo final? O como los mayores del lugar declaran, es un déficit cíclico que se repite, sin necesidad de alarmarse. 


IMÁGENES: Fotografías antiguas coloreadas cedidas por Fernando Milla González.

NOTAS:
1] Lafuente Pérez, L. y Fernández Flores, A. (2018): Memoria Científica de la Intervención Arqueológica Preventiva vinculada al “Proyecto de creación de Parque Arqueológico Fuente de la Reina en Fuentes de Andalucía, (Sevilla). Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deportes en Sevilla. Memoria Inédita.
2] (A)rchivo (H)istórico (M)unicipal de (F)uentes de Andalucía. Libro 2 Actas Capitulares. Sesión 1599-VIII-16.
3] A.H.M.F. Libro 6 Actas Capitulares. Sesión 1690-IV-16.
4] A.H.M.F. Libro 6 Actas Capitulares. Sesión 1690-V-14.
5] A.H.M.F. Libro 6 Actas Capitulares. Sesión 1700-IX-29.
6] A.H.M.F. Libro 6 Actas Capitulares. Sesión 1710-I-7.
7] A.H.M.F. Libro 6 Actas Capitulares. Sesión 1710-VI-11.
8] A.H.M.F. Libro 7 Actas Capitulares. Sesión 1746-XI-30.
9] A.H.M.F. Libro 7 Actas Capitulares. Sesión 1749-III-10.
10] A.H.M.F. Libro 8 Actas Capitulares. Sesión 1764-VI-1.
11] A.H.M.F. Libro 12 Actas Capitulares. Sesión 1787-XII-22.
12] A.H.M.F. Legajo 1 Actas Capitulares. Sesión 1876-I-29.






martes, 19 de enero de 2021

LA RELIQUIA DEL GLORIOSO PATRÓN DE LA VILLA DE FUENTES, SAN SEBASTIÁN, MÁRTIR.

Francis J. González Fernández
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía

 «En la villa de Fuentes a 25 de Marzo de 1599 el Concejo, Justicias y Regimiento de esta villa y el Común de ella se juntaron a Cabildo abierto en la Plaza Pública de ella, habiéndolo ante todas cosas pregonado públicamente ayer y hoy, como se debía hacer este Cabildo, el cual es para tratar y convenir acerca de que un número quieren votar por patrón de esta villa al Glorioso San Sebastián […].

Acordaron unánimemente y conformes que se haga perpetuamente una fiesta en que haya vísperas y misas al bienaventurado San Sebastián por este voto, […] y hagan las acciones que convengan para que tenga gran solemnidad esta festividad».

De este modo queda reflejado en las actas capitulares el voto que el pueblo de Fuentes hizo al santo Sebastián en acción de gracias por haber evitado el mal contagioso de la peste entre sus vecinos, y el compromiso adquirido por el cabildo para cada año, honrar al santo en su festividad.

Así ha ocurrido durante siglos, quedando constancia escrita de como el estamento municipal asumía los gastos de las fiestas celebradas al efecto, así como el estipendio de la celebración religiosa, la designación y honorarios del predicador, incluso del montaje del paso del santo para su procesión, no solo en su fiesta, sino también en el cortejo del Corpus, donde fue frecuente su presencia en determinadas épocas. Hasta tal punto llegó el cumplimiento del deber adquirido, que el propio cabildo llegó a costear la primitiva efigie del santo, reemplazada a finales del siglo XIX por la actual que igualmente financió, inclusive la nueva peana, paso, candelabros…, conservándose afortunadamente ambas imágenes.

San Sebastián fue un centurión romano martirizado por no renunciar a la fe cristiana. Tras sobrevivir a un primer martirio en el que fue asaeteado atado a un árbol, volvió a interpelar al emperador, quien decretó su apaleamiento y arrojado a una cloaca en el año 288.

Tradicionalmente, las plagas eran representadas como una lluvia de flechas que emanaba de la mano de Dios. Así, nació la creencia de que aquel que había sobrevivido a un ataque de flechas -San Sebastián, en el primero de sus martirios- era capaz de proteger a los devotos de las calamidades que diezmaron a la población durante la Edad Media, convirtiéndose en un santo protector vinculado al mal de la peste.

Tal es así, que solo en el entorno geográfico de Fuentes de Andalucía, San Sebastián es patrón de Lora del Río, Brenes, Cantillana, Villaverde del Río, Los Molares, Marchena, La Puebla del Río, Albaida del Aljarafe, Benacazón, Dos Hermanas, Guillena, Los Palacios y Villafranca, Salteras, Tomares o Camas, entre otros.

LA RELIQUIA DE FUENTES

El culto de las reliquias ha sido uno de los elementos más característicos y llamativos del cristianismo desde sus orígenes. Las reliquias se definen como los restos de los mártires o los santos, ya sean corporales –como los huesos, el cabello o incluso tejido orgánico– u objetos asociados con el santo en cuestión y su martirio, de ahí que sean denominadas “ex ossibus, ex corpore, ex carne, ex pulvere…”. Se guardaban en recipientes especiales, los relicarios, y se colocaban en las iglesias –bajo el altar o en una capilla– para que los fieles los veneraran en el día de cada santo y participaran de la santidad y gracia ligadas a esos restos.

El culto a las reliquias se popularizó inmensamente durante la Edad Media; las gentes buscaban de ellas la mediación milagrosa y no dudaban en peregrinar cientos de kilómetros para alcanzar las más preciadas.

Las reliquias se dividen en varios tipos:

- De Primera Clase: el cuerpo del santo o partes notables de este. Las reliquias de primera clase se dividen a su vez en tres tipos:

· Insignes: cuerpos enteros o una parte completa de este, o un órgano incorrupto.

· Notables: partes importantes del cuerpo pero sin constituir un miembro entero.

· Mínimas: esquirlas de huesos, pelos, sangre, o minúsculos trozos de carne.

- De Segunda Clase: objetos que los santos usaron en vida.

- De Tercera Clase: cualquier objeto tocado a una reliquia de primera clase o a la tumba del santo.

Sin tener datada la fecha de su recepción, la Parroquia de Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía custodia una reliquia mínima de primera clase “ex corpore” del patrón de la villa, el mártir San Sebastián. 

La misma está expuesta al culto en un relicario gótico de plata fechado en 1894, que ostenta el punzón de Meneses.

El relicario forma parte de la destacada colección de orfebrería que se expone en la sacristía del principal templo de la villa, y cada 20 de enero la reliquia es expuesta a la veneración de los fieles. En 2021, a causa de la pandemia que asola a la orbe mundial, la procesión del patrón por las calles de la villa ha sido suspendida, así como la veneración de la reliquia, que está expuesta en el altar de cultos extraordinario que San Sebastián preside en la capilla mayor de Santa María la Blanca, la “catedral blanca de la campiña”.

Durante más de cuatro siglos los fontaniegos han implorado la intercesión divina de San Sebastián para que librara a Fuentes de la peste y otras desgracias y calamidades. Cuando los males contagiosos se consideraban ya infortunios del pasado, una “nueva peste” nos saquea en pleno siglo XXI.

San Sebastián, mártir, patrón de la villa de Fuentes, ruega por nosotros.