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A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

jueves, 19 de marzo de 2015

EL SAN JOSÉ DEL ESCULTOR DE DIOS

EN EL 400 ANIVERSARIO DE LA HECHURA DEL SAN JOSÉ CON EL NIÑO
DEL CONVENTO FONTANIEGO DE LOS MERCEDARIOS DESCALZOS


Desde 1598, doña Aldonza de los Ríos, viuda de don Álvaro de Guzmán y Fuentes, IXº Señor de Fuentes, venía promoviendo la fundación de un convento de religiosos descalzos en la villa de Fuentes, tarea que no fue nada fácil, pues a pesar de las oportunidades que se prestaban, las diversas congregaciones a las que se les propuso no consideraron la oferta apropiada. Tras desistir, años más tarde se retomó el proyecto, uniéndose la necesidad de religiosos que tenía Fuentes para prestar confesiones y auxilios espirituales [1].
Por fin, el día antes de la Magdalena del año de 1607 llegaron a Fuentes cuatro religiosos recoletos mercedarios para tratar la posible fundación: fray Luis de Jesús María, que más tarde sería Provincial de la Orden, fray Miguel de las Llagas, fray Alonso de la Concepción y el hermano lego Cosme, llegándose a un acuerdo de establecimiento y haciéndose efectiva la fundación con fecha de 14 de agosto de 1607, quedando concretado el establecimiento, quedó también fijado el lugar destinado para la construcción del convento, que serían unas casas cercanas a la Iglesia Parroquial propiedad del hidalgo don Juan de Alcocer, viudo y padre de la religiosa carmelita María Farfán, recibiendo el cenobio el título de San José, esposo de la Virgen, tras varias opciones.
Los frailes tomaron posesión de la casa con el fin de acoger enfermos y transeúntes, con la condición de no ser convento hasta no contar con las rentas suficientes y la oportuna licencia de la autoridad eclesiástica.
Establecidos en la villa, y no con pocas adversidades, el 10 de julio de 1608 el Santísimo era depositado en el nuevo cenobio, abriéndose solemnemente la casa de los PP. Mercedarios de Fuentes de Andalucía, undécimo convento de la Reforma en España, bajo la dirección de fray Miguel de las Llagas. Ante las reducidas dimensiones de la casa, el sermón tuvo lugar en la Iglesia Mayor a cargo del padre fray Luis de Jesús María, y al término de la Misa, el Santísimo fue traslado en la custodia en procesión desde la Iglesia hasta el naciente cenobio, así como fue llevada a hombros la imagen de Nuestra Señora de la Merced que había permanecido en la Parroquial desde que en 1607 había sido traída del Convento de Sevilla, donde la llamaban “La Hermosa”, donada por el Padre maestro Fray Hernando de Rivera, entonces provincial, muy amigo del Marqués de Fuentes.
En 1610, con fray Alonso de la Concepción como superior de la Comunidad, se inician las obras, comenzándose a levantar el templo actual cuya construcción se alargó en el tiempo, pues en la década de 1660 aún seguían sin capilla mayor. El edificio se remodeló durante el primer tercio del XVIII, culminándose con la ejecución de la torre y de la destacada fachada.
El padre Alonso era natural de Fuente de Cantos, en Extremadura, y había sido elegido comendador del cenobio fontaniego el 8 de mayo de 1610 en el Capítulo Provincial de los Mercedarios Descalzos celebrado en Écija en la fecha expresada. Dejando su apellido de Cárdenas, paso a llamarse fray Alonso de la Concepción, siendo «uno de los primeros que se descalzó al empezar los Recoletos a fundar en la provincia de Andalucía. Fue gran predicador y de espíritu muy fervoroso, y con su sólida doctrina y moción en sus sermones convirtió a muchísimos pecadores. (…) y era vulgarmente conocido por el Padre de los anteojos, porque siempre los llevaba puestos. Escribió la vida de la venerable sor Juana de Cristo, religiosa terciaria mercedaria descalza» [2].
Fray Alonso, como quedará demostrado en adelante, sería una pieza clave para la trama que nos ocupa, y que las circunstancias particulares del hecho y el tiempo lo han convertido en un personaje histórico con un papel propio dentro de la vida y obra del genial Juan de Mesa.    
Y es que con el inicio de las obras de la nueva iglesia en los primeros años del establecimiento de los frailes en Fuentes, el comendador emprendió las tareas para el encargo de una efigie del titular del convento, San José, llevándole la Providencia hasta el desconocido taller del más destacado discípulo del extraordinario escultor Juan Martínez Montañés: Juan de Mesa y Velasco. Un encargo que convertiría al fontaniego grupo escultórico de «San José con el Niño de la mano» en la primera obra documentada de Mesa, y de cuya hechura, en este año 2015, se vienen a cumplir cuatro siglos.     
Juan de Mesa, durante siglos olvidado, se ha convertido en uno de los más importantes escultores de la España del siglo XVII. Varias de sus imágenes más conocidas, aquellas especialmente destacables y muchas veces objeto de la mayor devoción popular, fueron atribuidas a su maestro, el afamado Martínez Montañés. No fue hasta ya avanzado el siglo XX cuando algunos historiadores del arte comenzaron a desvelar los primeros datos sobre sus obras, al localizar algunos documentos firmados por el artista identificando así varias de sus tallas en el fondo de Protocolos Notariales que se conserva actualmente en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla.



Juan de Mesa y Velasco (1583-1627), nació en Córdoba en el seno de una familia de maestros pintores y en junio de 1606, con veintitrés años, logró entrar de aprendiz de escultor imaginero en el taller que tenía Juan Martínez Montañés en la universal y próspera Sevilla del siglo XVII.
En 1613 contrae matrimonio, residiendo en la collación de San Martín, y en torno a 1615 es cuando se estipula que se independiza e instala su propio taller, que mantiene hasta su prematura muerte en 1627, ocurrida posiblemente víctima de la tuberculosis.
Entre su abundante producción, se pueden citar tallas de inmenso valor escultórico y devocional en la ciudad hispalense como el Señor de Sevilla -Nuestro Padre Jesús del Gran Poder-, el crucificado del Amor, el Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes o el de la Conversión del Buen Ladrón de la cofradía de Montserrat.
Según la documentación, fue el 9 de octubre de 1615, cuando Juan de Mesa se compromete con el padre fray Alonso de la Concepción, comendador del convento mercedario fontaniego, a realizar la hechura de un San José con el Niño Jesús de la mano, cuya carta de pago se firma a 23 de mayo del año siguiente, ascendiendo su coste total a 70 ducados [3].
Sin embargo, se tiene conocimiento de que la talla fue entregada a los mercedarios a finales de noviembre de 1615, como se refiere en el documento contractual, y que, asimismo, Mesa había adquirió el 15 de febrero de 1615 tres trozos de madera de cedro para ensamblarlos e iniciar el trabajo [4]. Es probable que existiera un contrato verbal entre los dos personajes antes de la firma oficial del documento; de ahí la premura en la ejecución de la obra, la cual debía hacer íntegramente de su mano.
«(…) como por la pressente me obrigo de haser un san Josefe con un niño Jesus de la mano de escultura de madera de cedro que a de tener el santo siete quartas y media de alto y el niño Jesus una bara de largo poco mas o menos lo que ubiere menester confforme a la buena correspondencia encima de una peana (…) y el niño ambos encima de una peana con su (…) y asujetado y con sus diademas todo hecho bien hecho y acabado con toda perffecion de buena escultura a bista de officiales que entiendan y al contento e satesffacion del dicho padre comendador y de los religiosos del dicho convento el qual dare acavado de la forma suso dicha para que se puede conformar el ultimo dia del mes de noviembre que biene deste año de seiscientos e quinze y por preçio de la madera e manufatura y las demas cossas que e de poner en lo suso dicho se me an de dar e pagar setenta ducados (…)» [5].
Trasladada hasta Fuentes, la nueva talla pasó a presidir la naciente iglesia de los mercedarios, cuyas obras se prolongaban en el tiempo, extendiéndose hasta bien adentrado el siglo XVIII.
En 1737 las obras de mayor envergadura de la Iglesia de San José ya habían finalizado, y aunque la decoración de las capillas continuó a lo largo de la centuria, en septiembre del citado año se consagró el templo con tres días de funciones, en los que «con la mayor solemnidad y sermones», se ocuparon en la bendición del edificio, la colocación del Santísimo Sacramento y la dedicación del templo. A los actos acudió el Cabildo secular de la villa, que correspondió con la entrega de 500 reales de limosna para correr con los gastos del último día de las celebraciones [6].
Dos décadas más tardes, en 1758, la comunidad mercedaria contrató con el maestro ecijano, afincando en Sevilla, Martín de Toledo el retablo de la capilla mayor de la iglesia, obra que culminó en 1760 [7], pasando las efigies de San José y el Niño a ocupar el ático del retablo. La talla, que fue contratada con Juan de Mesa sin estofar ni encarnar, fue posiblemente policromada en el siglo XVIII antes de su instalación en el nuevo altar, aunque se ha de hacer constar que el conjunto escultórico ha llegado a tener dos policromías distintas.


En este emplazamiento -zona superior del retablo-, se situaron las dos imágenes hasta mediados del siglo XX, desconociéndose los motivos por los que el 21 de junio de 1947 fueron descendidas bajo la dirección del perito aparejador José Esteve Guerrero [8], pasando la imagen sedente de la Virgen de la Merced a ocupar el espacio vacante. Una actuación que vino a coincidir con la presencia en Fuentes de los autores del Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla que trabajaban en su confección.


Esta acción tendría unos efectos sumamente importantes para las imágenes que nos ocupan medio siglo después. La madrugada del 31 de enero de 1997, parte de la cubierta y bóveda de la capilla mayor de la Iglesia de San José se desprendieron, destrozando toda la parte alta del retablo y dañando gravemente a la imagen de la Virgen de la Merced que ocupaba el ático, salvándose de la desgracia patrimonial las valiosas tallas de San José y el Niño, que ocupaban la hornacina central del retablo.  
En 2001, las tallas fueron sometidas a un estudio radiológico y restauradas por Fátima Bermúdez-Coronel García de Vinuesa, a petición de la Comisión para la Restauración de la Iglesia del Convento de San José, con cargo a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. 
La imagen de San José mide 155 cm, y la del Niño 85 cm, estando descriptas en la ficha técnica del catálogo de Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico como un «conjunto escultórico de gran calidad artística, (…), de cierto clasicismo en las formas, que recuerda al estilo de su maestro Martínez Montañés. La expresividad gestual y corporal intensa, aunque no crispada, parecen anunciar el estilo de algunas piezas magistrales como el Cristo de la Buena Muerte de la Universidad de Sevilla. La policromía del siglo XVIII, altera y rebaja la calidad de la pieza, nuevamente alterada por restauraciones» del siglo XX [9].


San José y el Niño; una obra que durante siglos ha estado postergada con indiferencia de propios y extraños y que forma parte de las mejores páginas de la imaginería en la historia del arte.
Que este cuarto centenario de su hechura nos haga ahondar en su estudio, historia, difusión para un mayor conocimiento por todos y puesta en valor, aún más si cabe.
Una verdadera joya, de la que gozan los fontaniegos, salida de las gubias del mismísimo escultor de Dios.

Francis J. González Fernández

NOTAS:
[1] SAN CECILIO, Pedro de (O. M. D): Annales del Orden de Descalzos de Ntra. Sra. de la Merced Redempción de Cautivos. (Barcelona 1669), Madrid, 1985, T. II. Págs. 645-675.
[2] GARÍ I SIUMELL, José Antonio (O de M): Biblioteca Mercedaria, ó sea Escritores de la celeste, real y militar Órden de la Merced, redención de cautivos, con indicación de sus obras, tanto impresas como manuscritas, su patria, títulos, dignidades, hechos memorables, época y provincia en que florecieron y murieron, y dos copiosos índices, uno de escritores y otro de las obras y escritos. Barcelona, Imprenta de los herederos de la viuda de Pla, 1875. Págs. 79-80.
[3] El documento de encargo de la talla de San José que da testimonio del acuerdo entre ambas partes, y que se compone de 3 folios, se localiza en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, Sección Protocolos Notariales, Legajo 346P, folios 45r-46r.
[4] PÉREZ MORALES, José Carlos y DÁVILA-ARMERO DEL ARENAL, Álvaro: "Juan de Mesa, el maestro de las atribuciones" en Pasión por Córdoba Cofrade nº 2 2008 p. 8. https://www.academia.edu/1834946/Juan_de_Mesa_el_maestro_de_las_atribuciones (Consultado el 1 de febrero de 2015).
[5] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SEVILLA. Sección Protocolos Notariales, Legajo 346P, folios 45r-46r. Para la transcripción del documento he contado con la valiosísima aportación del profesor José María Navarro Lora.
[6] ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE FUENTES DE ANDALUCÍA. Actas Capitulares. Legajo 7 (1720-1749). Acuerdo de 1737-09-12.
[7] HALCÓN, Fátima; HERRERA, Francisco y RECIO, Álvaro: El Retablo Barroco Sevillano. Universidad de Sevilla y Fundación El Monte, Sevilla, 2000. Pág. 454.
[8] HERNÁNDEZ DÍAZ, José; SANCHO CORBACHO, Antonio; COLLANTES DE TERÁN, Francisco: Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla. Tomo IV. Sevilla, 1955. 
[9] http://www.iaph.es/patrimonio-mueble-andalucia/resumen.do;jsessionid=CCAB4801F7C7DFAD8E537D8AE9781B48?id=90901&_lang=es
(Consultado el 5 de febrero de 2015).