SOBRE EL NOMBRE DEL BLOG

A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

miércoles, 26 de enero de 2022

ASÍ APARECE FUENTES EN UN MAPA DE 1563, CONSERVADO EN FLORENCIA (ITALIA)

El destacado Palacio de la Señoría (Palazzo Vecchio) de Florencia, mandado construir bajo el patronazgo del duque Cosme I de Medici, acoge entre sus valiosas dependencias un habitáculo conocido como la Sala de los Mapas Geográficos

La Stanza delle Mappe geografiche (Sala de los Mapas geográficos), o del Guardaroba (guardarropa) era donde los Medici conservaban sus preciadas pertenencias. La estancia se remonta al arquitecto y pintor Giorgio Vasari, y los muebles y el techo son de Dionigi Nigetti. Las puertas de los armarios están decoradas con 53 mapas pintados al óleo por el fraile dominico —cosmógrafo y matemático Ignazio Danti (1563-1575) y por Stefano Bonsignori (1575-1584). Son de gran interés histórico y dan una idea de los conocimientos geográficos del siglo XVI. En el centro de la sala se expone el famoso globo Mapamundi, obra de Buonsignori e Ignazio Danti, que cuando se construyó en 1581 era el más grande en el mundo, hoy deteriorado por sucesivas restauraciones.

Uno de los mapas que dotan a la estancia en cuestión de su inmenso valor, es el titulado "LA SPAGNA" (1563). En la zona meridional, rotula —en casos con errores tipográficos de la época— las ciudades y villas más importante y destacadas del Reino de Sevilla, y aquellas que aunque de menor entidad eran ya a la fecha de considerada relevancia por su ubicación. Y este es el caso de la villa de Fuentes. Ahí aparece, cercana a Écija, próxima a la Venta del Palmar.


Si durante quince siglos la Vía Augusta había sido la principal vía de comunicación que atravesaba la campiña sevillana, es en la primera mitad del siglo XVI cuando, por primera vez, aparece documentalmente un nuevo trazado que influiría considerablemente en el desarrollo y auge de la naciente villa de Fuentes y que sería conocido como Carril o Ruta de la Lana. Una significativa localización geográfica como punto de paso en una importante vía de comunicación, que provocó que Fuentes recibiera importantes personalidades históricas de la época y apareciera situada en los principales mapas de la época.

Fernando Colón, hijo del descubridor, realizó en torno a 1517 un conjunto de noticias geográficas que darían lugar a su obra «Descripción y Cosmografía de España». En ella aparecían dos caminos para unir Sevilla y Córdoba con Toledo, Madrid y Alcalá de Henares, en el centro de la Península, recogiendo dos trazados para desplazarse entre Córdoba y Sevillla: uno por la margen derecha del Guadalquivir, y otro por Guadalcázar, Écija, Fuentes, Carmona y Sevilla, atravesando la villa fontaniega a través de la entonces calle Mayor. 

Así lo cita expresamente Fernando Colón: «Sevilla es ciudad de treinta mil vecynos e fasta alcala de henares ay ochenta e tres leguas e van por carmona seys leguas e por huentes quatro leguas e por ecija cinco leguas e por cordoba e por ademuz e por almodovar del rio e por caracuel e por cibdad real e por malagon e por mançaneque e por mora e por guerta e por Ocaña e por chinchon e por arganda».

Es también en la centuria del XVI cuando aparecen los primeros repertorios de caminos, posiblemente las primeras publicaciones europeas con carácter utilitario, a modo de guías de viaje, que aportaban valiosa información sobre los caminos existentes y su estado de conservación.

De este modo surgen los trabajos de Pero Juan Villuga en 1546 y Alonso Meneses en 1576. Ambos recogen el camino para ir de Sevilla a Córdoba que pasaba por Fuentes y que ya citara Colón, añadiendo los lugares geográficos de la Venta del Alvar, entre Carmona y Fuentes, y la Venta del Palmar, entre Fuentes y Écija.  

Estos itinerarios se consideraban los más rápidos para los desplazamientos y eran los que probablemente se encontraban en mejores condiciones.

En 1727, Pedro Pontón sigue localizando a Fuentes como lugar de paso obligado en el camino de Madrid a Sevilla.

El siglo XVIII supuso un cambio sustancial en lo que a los caminos se refiere. La Corona asumió que era tarea suya facilitar unas comunicaciones eficaces y para ello abordó la construcción de una red de «caminos reales» destinados a conectar Madrid (la Corte) con la periferia de la Península, y que en muchos casos tomaron nuevos trazados, dejando al margen de su recorrido ciudades importantes, tales como el caso de Toledo.

El Camino de Andalucía era de vital importancia para el conjunto del país. Por él discurría el tráfico de mercancías que se embarcaba en Cádiz con destino a América, así como las que venían de las colonias con destino a la Corte de Madrid.

Fue en el último cuarto de siglo, coincidiendo con la creación de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena y la apertura del paso por Despeñaperros, cuando se trazó el tramo del Camino Real de Andalucía que discurre en las cercanías de Fuentes. Un itinerario que unía Madrid con Sevilla y Cádiz y por cuya actuación, Fuentes quedó a escasas leguas del nuevo Camino Real, que venía a coincidir con el trazado a la primitiva Vía Augusta romana, provocando la pérdida de relevancia que durante al menos dos siglos había tenido el Carril de la Lana, que atravesaba la propia población.

Los caminos fueron mejorando a lo largo de los siglos XIX y sobre todo el XX, convirtiéndose en carreteras de firme, hasta la construcción de la Autovía de Andalucía, llevada a cabo entre 1984 y 1992, que igualmente unía Madrid con Sevilla y ésta con Cádiz.




Ficha cartográfica: DANTI, Egnazio. 1563. Mapa della Spagna. Sin escala. La Stanza delle Mappe geografiche. Palazo Vecchio. Florencia. (Referencia facilitada por el Aula Miguel Cala Sánchez de la Universidad de Sevilla).

Fotografías: David Ruiz García.

viernes, 14 de enero de 2022

JOSÉ NAVARRO CARRERO «ZACARÍAS». EL NIÑO DE FUENTES DE ANDALUCÍA

 José Navarro Carrero «Zacarías», bajo el nombre artístico de «Niño de Fuentes de Andalucía», ha sido el cantaor flamenco más completo y de mayor relevancia que ha dado esta tierra, y que de no haber sido por una serie de circunstancias, principalmente el estallido de la Guerra Civil que le alcanzó en el despuntar de su carrera, cortando el desarrollo artístico de la misma, hubiera llegado a ser una máxima figura de renombre nacional.

Zacarías nació el 4 de mayo de 1915 en el número 53 de la calle de la Rosa (Estrella), hijo del matrimonio formado por Diego Navarro y Mercedes Carrero.

Desde la infancia empezó a cantar y conocer los palos del flamenco. Su padre tenía una taberna en «El Postigo», la primera en Fuentes que contó con gramófono y que llamaban en el tiempo «máquina cantaora». Todas las placas de pizarra (discos) que tenían eran de cante flamenco, de donde aprendió mucho «Zacarías». Aún siendo un chaval marchó a Sevilla, donde subió por primera vez a las tablas de colmaos y cafés cantantes de la época, empezando a convivir con grandes figuras del cante flamenco como Manuel Torre «Niño de Jerez», Manuel Vallejo, Pastora y Tomás Pavón, Pepe Marchena…

Pero la valía de su voz y sus capacidades para el cante hondo le hacen pegar el salto a Madrid, buscando fortuna y gloria, donde marcha en los primeros años de la República al amparo de un conocido, José Candadi, gran aficionado que trabajaba en la capital como camarero.

Comienza aquí la época dorada del cantaor José Navarro «Zacarías» que ya se anuncia en los carteles como «Niño de Fuentes de Andalucía», conviviendo en la pensión que se aloja con «El Niño León» y Juanito Valderrama, al que más de una vez, no teniendo trabajo éste último, tuvo que pagar José los cafés y las partidas de billar.

Es el año 1934, y José va ganando popularidad, consiguiendo contratos para actuar en los grandes escenarios del Madrid de la época, tales como «Villa Rosa», «Los Gabrieles», «Capitol», «Casa Juan» … y acudiendo a las fiestas de grandes personajes, entre los que se encontraba el Conde de Colombí, con el que fraguó amistad.    

«Zacarías» empieza a destacar y su nombre, junto al de su pueblo natal, ya es conocido en todos los ambientes flamencos en el Madrid republicano de estos años.

Con representante propio, llegó a grabar –según los testimonios recogidos– seis discos con «La Voz de su Amo», «El Gramófono» y «El Regal», dos de las casas discográficas más importantes del momento, acompañado a la guitarra de importantes personajes de la talla de «Habichuela el viejo» y «Manolo de Badajoz». Algunos de los cantes grabados en los discos de pizarra citados, han sido recuperados recientemente y publicado en youtube en los últimos días por Pedro Moral.  

ACCEDA AL VÍDEO PARA ESCUCHAR A ZACARÍAS EN LA DÉCADA DE 1930. 

Los años comprendidos entre 1934 y 1936 fueron los más esplendorosos y de mayor apogeo de la carrera artística del «Niño de Fuentes de Andalucía», llegando a actuar y protagonizar espectáculos en teatros de gran renombre como el «Monumental» y el «Pavón». En éste último fue a verle el «Niño de Marchena» en todo el zenit de su carrera definiendo a «Zacarías» como gran artista y dueño de una gran voz.   

Pero cuando mejor le iban las cosas, cuando todo hacía indicar que sería pronto una primera figura del cante flamenco, la guerra paró su prometedora carrera artística. El golpe de estado del general Franco le cogió trabajando, pero le cambió totalmente la vida y regresa a Fuentes ante las circunstancias en la que vive el país. 

Culminada la guerra, empieza de nuevo a hacer lo que él mejor sabía: cantar. Comienza a vivir de nuevo de su voz, pero las cosas han cambiado. Entra a formar parte de compañías artísticas de las principales figuras, primero en la del maestro Pepe Marchena, más tarde con la Niña de la Puebla, donde compartía escenario con otro cantaor fontaniego como era Pepito Aguilar «Jeringo», y por último en la Compañía de la Niña de la Huerta.

Ya en la década de 1950, «Zacarías» hace algunas temporadas en la floreciente Costa del Sol y a partir de aquí solo participaría en algunos festivales flamencos en pueblos de la comarca y en reuniones y fiestas de amigos y familiares.

En las últimas décadas, junto a la figura de «Zacarías» era indiscutible la presencia de su tocaor, Manuel López Hidalgo «Mané de Carmen Hidalgo» con el que se compenetraba maravillosamente.

Durante muchos años, el «Niño de Fuentes de Andalucía» no faltó cantando saetas a las cofradías fontaniegas, con una saeta que los entendidos califican como única, naciendo y muriendo el estilo con él. Una saeta simple y corta de duración, intensa y profunda en su ejecución que puede llegar a catalogarse como «saeta de Zacarías».

José Manuel Hidalgo «Condito», amigo inseparable del maestro Zacarías durante los últimos veinticinco años de vida del cantaor afirma que «…Zacarías estaba dotado de una gran voz, para mí una de las mejores y más flamencas que yo he conocido, “jonda” y profunda, y a la vez bonita y melodiosa cuando la ocasión lo requería; tuvo la suerte de que, a pesar de algunos excesos suyos, sobre todo con el tabaco, Dios se la conservó hasta el final de sus días».  

El 11 de abril de 1996, a los 80 años de edad, fallecía en la huerta familiar, donde vivía, José Navarro Carrero «Zacarías», el «Niño de Fuentes de Andalucía».

Con él se fueron sus tarantas y tarantos, su malagueña y todos los cantes de Levante, sus soleares, su seguiriya, sus alegrías y sus fandangos, sus milongas como “Canto a mi pueblo”, sus guajiras, sus colombianas, sus alegrías,… y sus saetas.

ACCEDA AL VÍDEO, EN UN FESTIVAL HOMENAJE A PEPE MARCHENA. 

Se fue un artista grande. Esa era su profesión y así lo reflejaba su Documento Nacional de Identidad, «Profesión: Artista».  Se perdió el duende de una voz en la historia del flamenco dejando su cante no solo en los seis discos que grabó durante su estancia en Madrid, sino en el recuerdo de los buenos aficionados que supieron dar mérito y poner en valor la gran voz del maestro «Zacarías». Una figura con una carrera artística camino de la fama que las circunstancias de la época cortaron, provocando que no llegara el triunfo esperado.

Un fontaniego que llevó el nombre de su pueblo por toda España como nominación artística: «Niño de Fuentes de Andalucía».

Referencia bibliográfica: GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Fuentes de Andalucía, una mirada al pasado. Tomo I. Fuentes de Andalucía: Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía, 2010, pp. 275-278.




Vídeo promocional del libro Fuentes de Andalucía, una mirada al pasado. Tomo I. A partir del minuto 6:54 Zacarías canta una milonga a su pueblo.