SOBRE EL NOMBRE DEL BLOG

A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

ALONSO RUIZ FLORINDO, EL «SORDO DE FUENTES»

Dentro del ciclo de conferencias «En tiempo de los Ruiz Florindo», promovido por el Excmo. Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía en el marco del Año Florindo, el 25 de octubre de 2022, coincidiendo con el III Centenario del nacimiento de Alonso Ruiz Florindo acontecido el 22 de octubre de 1722, tuve la oportunidad de participar en tal ciclo hablando sobre la figura y obra de Alonso, el maestro de obras de mayor proyección y personalidad de la destacada saga familiar.

De forma cronológica y sucesiva desarrollé una aproximación a los aspectos más personales de la vida de Alonso Ruiz Florindo, en base a la documentación conocida relativa a sus obras de mayor envergadura, su vida y su actividad laboral y mercantil.









domingo, 24 de julio de 2022

UN CARTEL RANCIO, PARA UNA FERIA HISTÓRICA Y CON HISTORIA.

El cartel anunciador de la Feria de Fuentes de Andalucía 2022 sigue claramente las líneas clásicas y propias de la cartelería costumbrista de fiesta, imperante en España en la primera mitad del siglo XX.

La escena principal la ocupa una imagen pictórica de corte costumbrista, en la que aparecen tres mujeres ataviadas con la indumentaria propia de las ferias andaluzas: mantones bordados, mantilla, peinas y flores en la cabeza, pendientes de aros, usando abanico… Esta se debe al pintor valenciano Juan José Barreira Polo (1887- 1957), prolífico en este tipo de obras, muchas de ellas dirigidas a cartelería.

En la cabecera del cartel destaca la palabra FERIA, para la que se ha utilizado la fuente SVQ Justa Display, del proyecto justayrvfina.com. Una tipografía basada en la azulejería del nomenclátor de las calles de Sevilla y muchos de sus pueblos, y sostenida en la base que parieron los artesanos de La Cartuja de Sevilla en 1845.

La Feria de Fuentes de Andalucía está íntimamente ligada por su devenir histórico a la Ermita de San Francisco y al barrio del Postigo. Conforman un binomio inseparable con el aval de siglos de vida. Desde el siglo XVII la fiesta se viene celebrando en el mismo emplazamiento, tomando su nombre originario del principal edificio de la zona, de ahí “Fiesta de la Ermita”. Por ello, tras las mujeres aparecen dos ilustraciones obtenidas a través de fotografías del citado templo. Se hace de forma degradada, con el fin de enmarcarlo en el conjunto, y que esté presente pero sin ser relevante en la escena. A la izquierda, un fragmento de su fachada, destacando una estípite en ladrillo cocido labrado por la saga de alarifes fontaniegos Ruiz Florindo, y a la izquierda, los tejados, cúpula, linterna y espadaña del citado edificio religioso. Sobre ello, aparece sutilmente la firma autógrafa de Alonso Ruiz Florindo.

En pleno Año Florindo, la figura de estos alarifes era imprescindible en la cartelería que nos ocupa. Alonso, de cuyo nacimiento se cumple en 2022 su tercer centenario, mostró plenamente sus cualidades artísticas en la obra de la Ermita de San Francisco (1751- 1758), edificio donde manifestó su capacidad creativa para el adorno basado en el uso del ladrillo tallado y de la ornamentación de yeserías, con el uso de un amplio abanico de elementos ornamentales procedentes de la tradición arquitectónica.

Las tres mujeres se presentan tras una reja, que está cubierta por un mantón bordado y un capote torero de paseo. Sobre este espacio, aparece en líneas el emblema del Señorío –posteriormente marquesado– de Fuentes, y a la sazón escudo de la población hasta fechas recientes. Tal ilustración procede de la página 1 de la revista de Feria de 1955.

En este mismo espacio, y sostenido por la mano derecha de la mujer que aparece sentada en primer plano, se ha introducido el detalle de una papeleta de la “rifa del cochino” de la Hermandad de la Humildad de 1898, basada en un original de la época. Esta tradición, que data de 1869, se mantiene en la actualidad, por lo que se convierte en un hecho idiosincrático y muy particular de la fiesta en sí.

En los extremos inferiores de la escena pictórica, se mantienen la firma del autor de la misma y de la empresa encargada de su reproducción: Imprenta y Litografía Ortega, marca histórica valenciana (1871-2008), referente nacional de las artes gráficas en los siglos XIX y XX.

El espacio inferior del cartel está dedicado a los textos relativos al anuncio de la celebración de la feria, con los días de fiestas, el lugar de celebración, la oferta prevista y el ente organizador; todo ello plasmado con tipografía clásica propicia y habitual en la cartelería de base. Así mismo constan el escudo oficial de Fuentes de Andalucía, el anagrama del Año Florindo y un conjunto de orlas en líneas, todo ello en la combinación de dos únicos colores, en sintonía cromática con el cartel en su conjunto.

En el centro del texto “Primitiva Fiesta de la Ermita que desde antaño festeja esta población”, en clara alusión al sentido histórico de la fiesta, aparece la reproducción de una imagen mariana. Se trata de la Virgen de Consolación, titular letífica primitiva de la Hermandad de la Humildad, y origen de las fiestas, surgidas en su honor y derivadas al hecho actual. Tal reproducción procede de la cruz de plata –fechada en 1666– del asta del estandarte de la citada cofradía.

En su conjunto el cartel difiere de los formatos habituales. Su composición vertical, y de formato estrecho, se ciñe a las dimensiones tradicionales de esta tipología de cartelería.

viernes, 25 de marzo de 2022

PROHIBIDAS LAS COFRADÍAS, EL SEÑOR DE LA HUMILDAD SALIÓ EN 1822


El pronunciamiento del teniente coronel Riego que restableció la monarquía constitucional en la España de 1820, iniciándose con ello el denominado Trienio Liberal, tuvo consecuencias directas en las cofradías, pues ante las restricciones que les fueron impuestas éstas declinaron realizar sus estaciones de penitencia. Las estrictas reglamentaciones se prologaron durante los años sucesivos, dando lugar a un largo quinquenio sin cofradías en las calles de Sevilla. Una ausencia que se extendió más allá del regreso del absolutismo, no recuperándose la normalidad hasta la Semana Santa de 1826.

En ellas se impedía a las hermandades el uso de capirotes, antifaces y túnicas, les prohibía estar en la calle después del toque de oraciones y mandaba a las de madrugada que no salieran hasta el amanecer, todo ello en bien del «interés público y la conservación del orden». Ante ello, las corporaciones declinaron efectuar sus estaciones de penitencia por «las extrañas condiciones que imponía la autoridad civil con alardes arbitrarios y las hostilidades a las nuevas ideas», argumentando que lo dispuesto iba en contra de sus tradiciones.

Pero que no lo hicieran en la capital, no implica que en otros puntos de la geografía provincial las cofradías no realizaran sus pertinentes estaciones de penitencia, en cumplimiento de su regla de dar culto público a sus Titulares, siempre que las condiciones económicas de las corporaciones, las circunstancias atmosféricas u otra serie de aspectos mayores lo permitieran.

De este modo, en 1820 hicieron su estación de penitencia en Fuentes de Andalucía las cofradías del Señor de la Humildad (Miércoles Santo), Vera Cruz (Jueves Santo) y Santo Entierro (Viernes Santo), y en 1821 fueron dos las cofradías que pudieron procesionar. El 19 de abril, Miércoles Santo, lo hizo la de la Humildad y el Jueves Santo, la de Jesús Nazareno, desde el convento de los frailes mercedarios descalzos. Y es a partir de 1822 cuando se produce un trienio en el que las cofradías fontaniegas no llevan a cabo sus públicas estaciones de penitencia, sumándose de este modo a la larga ausencia de la capital hispalense. Tal es así, que no lo hicieron en 1822, 1823 ni 1824 [1].

Fue únicamente la cofradía de la Humildad la que consiguió mantenerse activa ininterrumpidamente durante estas primeras convulsas décadas del siglo XIX. Desde 1825 a 1830 –ambos inclusive– es la única hermandad que logra poner su cofradía en la calle durante la Semana Santa fontaniega. Ya en la década de 1830 se localizan datos esporádicos de actividad en las cofradías de Jesús Nazareno y del Santo Entierro, y no es hasta 1841 cuando de nuevo certificamos documentalmente una Semana Santa completa con las cofradías de Humildad el Miércoles Santo, Vera Cruz en la tarde de Jueves Santo, Jesús en la madrugada del Viernes Santo y el Santo Entierro en este último día en horario vespertino.

Retrocediendo al inicio, en el que citábamos cómo a pesar de las restricciones y la ausencia de cofradías en la capital, en Fuentes las cofradías salieron en 1820 y 1821, no ocurriría ya lo mismo en 1822, cuando el culto fue estrictamente interno.

A pesar de ello, el Señor de la Humildad sí procesionó –aunque la Virgen de los Dolores no lo hiciera–. No fue en Semana Santa, sino en los días de Cuaresma, y lo hizo en dos ocasiones en un transcurso de nueve días. Así queda asentado en los libros de colecturía de la parroquia Santa María la Blanca, en cuyas páginas quedan detallados los gastos que las procesiones y cultos al Señor ocasionaron.

El 17 de marzo de 1822 se «trajo el Señor de la Humildad a la Yglesia para hacerle un Novenario de Misas» [2] con la asistencia de todo el clero, «en procesión de rogativas» desde la ermita de san Francisco. La iniciativa clamaba la gracia de la lluvia ante la calamitosa situación de sequía que azotaba al campo fontaniego.

En adelante, y durante nueve días, el Señor de la Humildad presidió en el templo mayor de Santa María la Blanca un «novenario de misereres», concluyendo el domingo 24 de marzo con función solemne y sermón. Concluidos los cultos, el lunes 25 la devota efigie del Señor de la Humildad regresó a su barrio del Postigo del Carbón en procesión de rogativas, tal como a la ida.

Fue un 25 de marzo, como hoy, pero dos siglos atrás.

Francis J. González Fernández 
Cronista oficial de la villa de Fuentes de Andalucía 


 

NOTA: La imagen que ilustra este artículo es una recreación que no corresponde a la realidad.

[1] Para profundizar en el hecho, véase: GÓNZALEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Cuando Sevilla se quedó sin cofradías, pero en Fuentes de Andalucía salieron los pasos a la calle. 1820 / 1821. En Revista de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía 2020. Fuentes de Andalucía (Sevilla): Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Jesús de la Santa Vera Cruz y María Santísima del Mayor Dolor, 2020, núm. 25, págs. 20-22.

[2] Archivo Parroquial Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía. Libro 14 de Entierros. Folio no paginado.


lunes, 21 de marzo de 2022

LA FOTO DEL CARTEL DEL SAHUMERIO, DE DON JUAN “EL DE LA LUZ”

Por escaparates y muros de comercios y bares, por las redes sociales o en los tablones de anuncios de las iglesias y casas de hermandad luce desde hace unos días el cartel de “El Sahumerio 2022”, que anuncia –según esta tertulia cofrade fontaniega– la inminente llegada de una anhelada Semana Santa.

El cartel lo ilustra una vanguardista obra del polifacético artista Miguel Caiceo, que ha dado una especial relevancia a la arquitectura de los Ruiz Florindo; un guiño de la tertulia para sumarse a la conmemoración del Año Florindo, que a lo largo del presente impulsará el ente municipal fontaniego.

El centro de la arriesgada obra pictórica mixta lo ocupa la portentosa imagen del Señor de la Humildad, titular de la cofradía homónima con sede en la Ermita del Postigo. La fotografía muestra la talla completa del Cristo, con el juego de potencias y corona de espinas de plata del siglo XVIII, sin caña, en un perfil buscado para poder apreciar el rostro. La soga al cuello, en varias vueltas, cuyos extremos caen por su lado izquierdo, tras la pierna en la que apoya el característico brazo en el que Jesús de la Humildad sostiene absorto su cabeza. Y como último detalle, una tela adamascada recubre la peña sobre la que Cristo toma asiento. Tras Él, un arrugado paño hace de telón de fondo.

La misma se trata de una fotografía inédita, realizada en los primeros años del siglo XX por Juan Nepomuceno Díaz Custodio, y muy probablemente la instantánea más remota de las que a la fecha se conocen del Señor de la Humildad.  

¿Y quién fue esta persona? Pues si al salir de “las monjas” usted enfila la calle Mayor, en la fachada de la casona que se sitúa a su izquierda podrá leer en un azulejo: Fábrica de electricidad, fundada en 1904 por Juan N. Díaz Custodio. Pues a este ecijano, nacido en 1875, debemos la preciada foto.

Licenciado en Derecho, que nunca ejerció, compaginó sus estudios superiores con los de Física, convirtiéndose en un destacado especialista en energía eléctrica. Fotógrafo aficionado, desde principios de siglo atesoró numerosos premios de certámenes fotográficos nacionales e internacionales. Instaló fábricas de electricidad en varios pueblos andaluces, entre ellos Fuentes, y experimentó en la aviación y en la radio.

Reconocido internacionalmente por sus retratos, Díaz Custodio dominó de forma inusual la técnica del contraluz, lo que para cualquier fotógrafo era un reto, consiguiendo dar bellísimos detalles en las sombras, siendo reconocido como el mejor retratista de la escuela sevillana.

Un hombre pionero en muchos campos, un erudito adelantado a su tiempo, que se postró ante la portentosa efigie del Señor de la Humildad para inmortalizarlo tal y como lo podemos observar y venerar en esta preciosa fotografía con más de un siglo de existencia.

Posiblemente sería en la sacristía de la Ermita, colocando al Señor sobre una pequeña mesita, tal como se observa en la fotografía original. Y no fue la única estampa inmortalizada, pues en el valiosísimo archivo de Díaz Custodio se conserva una segunda placa estereoscópica de un primer plano del Señor, a modo de retrato, en el que el Cristo se muestra sin potencias y con la soga o cordón hacía su lado izquierdo.

Don Juan, que era la forma en la que sus contemporáneos lo nombraban, era bisnieto de la fontaniega Pilar Armero Almazán –nacida en Fuentes en 1781– y nieto de Juan Nepomuceno Díaz Armero, a la sazón primo hermano y posteriormente cuñado de Francisco Armero Fernández de Peñaranda, el general Armero.

Coincidiendo con la instalación de la fábrica de electricidad de Fuentes, Juan N. Díaz trasladó su residencia a Fuentes durante un tiempo, acompañado de su mujer Lola Gálvez Lagrera, y una hermana de esta, Pastora.

Fue el 1 de enero de 1905 cuando quedaría inaugurado el primer servicio de alumbrado eléctrico público fontaniego, que había sido adjudicado en subasta pública en agosto de 1904 a Juan N. Díaz Custodio y José Piñero Fraile por un periodo de veinte años, únicos postores que concurrieron a la convocatoria. Y no era este el único hecho relevante que Fuentes gozaba en estos meses, rodeado de un panorama de penuria, hambre y una pertinaz sequía que provocó un desconsolador paro obrero. El 23 de septiembre de 1904, mientras los operarios de don Juan tendían el cableado eléctrico por las calles de Fuentes, en el barrio del Postigo las Hermanas de la Cruz inauguraban su convento, asentándose en el antiguo arrabal dieciochesco, aledaño a los viejos muros de la Ermita de San Francisco, la casa del Señor de la Humildad.

Pronto entablaron cariño y apego los Díaz Gálvez con las primeras hermanas que llegaron a Fuentes, en especial Pastora. Ello les llevó a conocer personalmente a sor –santa– Ángela de la Cruz en sus estancias en Fuentes y colaborar en el sostenimiento del nuevo cenobio fontaniego, y sería a través de las propias hermanas de la Cruz como Juan N. Díaz llegaría hasta el Señor de la Humildad, e inmortalizarlo. Muy probablemente, sería la primera cámara fotográfica de la historia que entrara entre aquellos paredones, y de tal forma quedaría prendado Díaz Custodio, que terminó formando parte de la nómina de hermanos de la Humildad, así como posteriormente algunos de sus hijos, los Díaz Gálvez.

Tal fue el reconocimiento y admiración del matrimonio Díaz Gálvez por la magnífica labor que las hermanas de la Cruz desarrollaban, que no cesaron en su empeño hasta conseguir que las hijas de sor Ángela abrieran casa en su Écija natal.

Francis J. González Fernández

  

NOTA: Mi gratitud a la familia de Juan N. Díaz Custorio, herederos de su legado, y a Julio Arturo Cerdá, custodio de la valiosísima colección fotográfica.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA:

ARCHIVO PARROQUIAL. Acta de bautismo de María del Pilar Armero Almazán. 13 de octubre de 1781.

CERRO RAMÍREZ, Jesús. I Centenario del alumbrado eléctrico en Fuentes de Andalucía. Revista de Feria de Fuentes de Andalucía 2005. 2005, IIª época, p. 43-45.

FREIRE GÁLVEZ, Ramón. D. Juan N. Díaz Custodio: Écija, de siglo a siglo. Écija: Gráficas Sol, 1994.

MORENO DE LOS RÍOS DÍAZ, Ramón y CERDÁ PUGNAIRE, Julio. Juan N. Díaz Custodio: el genio de la luz (1893-1912). Écija: Asociación Amigos de Écija, 2016.




miércoles, 26 de enero de 2022

ASÍ APARECE FUENTES EN UN MAPA DE 1563, CONSERVADO EN FLORENCIA (ITALIA)

El destacado Palacio de la Señoría (Palazzo Vecchio) de Florencia, mandado construir bajo el patronazgo del duque Cosme I de Medici, acoge entre sus valiosas dependencias un habitáculo conocido como la Sala de los Mapas Geográficos

La Stanza delle Mappe geografiche (Sala de los Mapas geográficos), o del Guardaroba (guardarropa) era donde los Medici conservaban sus preciadas pertenencias. La estancia se remonta al arquitecto y pintor Giorgio Vasari, y los muebles y el techo son de Dionigi Nigetti. Las puertas de los armarios están decoradas con 53 mapas pintados al óleo por el fraile dominico —cosmógrafo y matemático Ignazio Danti (1563-1575) y por Stefano Bonsignori (1575-1584). Son de gran interés histórico y dan una idea de los conocimientos geográficos del siglo XVI. En el centro de la sala se expone el famoso globo Mapamundi, obra de Buonsignori e Ignazio Danti, que cuando se construyó en 1581 era el más grande en el mundo, hoy deteriorado por sucesivas restauraciones.

Uno de los mapas que dotan a la estancia en cuestión de su inmenso valor, es el titulado "LA SPAGNA" (1563). En la zona meridional, rotula —en casos con errores tipográficos de la época— las ciudades y villas más importante y destacadas del Reino de Sevilla, y aquellas que aunque de menor entidad eran ya a la fecha de considerada relevancia por su ubicación. Y este es el caso de la villa de Fuentes. Ahí aparece, cercana a Écija, próxima a la Venta del Palmar.


Si durante quince siglos la Vía Augusta había sido la principal vía de comunicación que atravesaba la campiña sevillana, es en la primera mitad del siglo XVI cuando, por primera vez, aparece documentalmente un nuevo trazado que influiría considerablemente en el desarrollo y auge de la naciente villa de Fuentes y que sería conocido como Carril o Ruta de la Lana. Una significativa localización geográfica como punto de paso en una importante vía de comunicación, que provocó que Fuentes recibiera importantes personalidades históricas de la época y apareciera situada en los principales mapas de la época.

Fernando Colón, hijo del descubridor, realizó en torno a 1517 un conjunto de noticias geográficas que darían lugar a su obra «Descripción y Cosmografía de España». En ella aparecían dos caminos para unir Sevilla y Córdoba con Toledo, Madrid y Alcalá de Henares, en el centro de la Península, recogiendo dos trazados para desplazarse entre Córdoba y Sevillla: uno por la margen derecha del Guadalquivir, y otro por Guadalcázar, Écija, Fuentes, Carmona y Sevilla, atravesando la villa fontaniega a través de la entonces calle Mayor. 

Así lo cita expresamente Fernando Colón: «Sevilla es ciudad de treinta mil vecynos e fasta alcala de henares ay ochenta e tres leguas e van por carmona seys leguas e por huentes quatro leguas e por ecija cinco leguas e por cordoba e por ademuz e por almodovar del rio e por caracuel e por cibdad real e por malagon e por mançaneque e por mora e por guerta e por Ocaña e por chinchon e por arganda».

Es también en la centuria del XVI cuando aparecen los primeros repertorios de caminos, posiblemente las primeras publicaciones europeas con carácter utilitario, a modo de guías de viaje, que aportaban valiosa información sobre los caminos existentes y su estado de conservación.

De este modo surgen los trabajos de Pero Juan Villuga en 1546 y Alonso Meneses en 1576. Ambos recogen el camino para ir de Sevilla a Córdoba que pasaba por Fuentes y que ya citara Colón, añadiendo los lugares geográficos de la Venta del Alvar, entre Carmona y Fuentes, y la Venta del Palmar, entre Fuentes y Écija.  

Estos itinerarios se consideraban los más rápidos para los desplazamientos y eran los que probablemente se encontraban en mejores condiciones.

En 1727, Pedro Pontón sigue localizando a Fuentes como lugar de paso obligado en el camino de Madrid a Sevilla.

El siglo XVIII supuso un cambio sustancial en lo que a los caminos se refiere. La Corona asumió que era tarea suya facilitar unas comunicaciones eficaces y para ello abordó la construcción de una red de «caminos reales» destinados a conectar Madrid (la Corte) con la periferia de la Península, y que en muchos casos tomaron nuevos trazados, dejando al margen de su recorrido ciudades importantes, tales como el caso de Toledo.

El Camino de Andalucía era de vital importancia para el conjunto del país. Por él discurría el tráfico de mercancías que se embarcaba en Cádiz con destino a América, así como las que venían de las colonias con destino a la Corte de Madrid.

Fue en el último cuarto de siglo, coincidiendo con la creación de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena y la apertura del paso por Despeñaperros, cuando se trazó el tramo del Camino Real de Andalucía que discurre en las cercanías de Fuentes. Un itinerario que unía Madrid con Sevilla y Cádiz y por cuya actuación, Fuentes quedó a escasas leguas del nuevo Camino Real, que venía a coincidir con el trazado a la primitiva Vía Augusta romana, provocando la pérdida de relevancia que durante al menos dos siglos había tenido el Carril de la Lana, que atravesaba la propia población.

Los caminos fueron mejorando a lo largo de los siglos XIX y sobre todo el XX, convirtiéndose en carreteras de firme, hasta la construcción de la Autovía de Andalucía, llevada a cabo entre 1984 y 1992, que igualmente unía Madrid con Sevilla y ésta con Cádiz.




Ficha cartográfica: DANTI, Egnazio. 1563. Mapa della Spagna. Sin escala. La Stanza delle Mappe geografiche. Palazo Vecchio. Florencia. (Referencia facilitada por el Aula Miguel Cala Sánchez de la Universidad de Sevilla).

Fotografías: David Ruiz García.

viernes, 14 de enero de 2022

JOSÉ NAVARRO CARRERO «ZACARÍAS». EL NIÑO DE FUENTES DE ANDALUCÍA

 José Navarro Carrero «Zacarías», bajo el nombre artístico de «Niño de Fuentes de Andalucía», ha sido el cantaor flamenco más completo y de mayor relevancia que ha dado esta tierra, y que de no haber sido por una serie de circunstancias, principalmente el estallido de la Guerra Civil que le alcanzó en el despuntar de su carrera, cortando el desarrollo artístico de la misma, hubiera llegado a ser una máxima figura de renombre nacional.

Zacarías nació el 4 de mayo de 1915 en el número 53 de la calle de la Rosa (Estrella), hijo del matrimonio formado por Diego Navarro y Mercedes Carrero.

Desde la infancia empezó a cantar y conocer los palos del flamenco. Su padre tenía una taberna en «El Postigo», la primera en Fuentes que contó con gramófono y que llamaban en el tiempo «máquina cantaora». Todas las placas de pizarra (discos) que tenían eran de cante flamenco, de donde aprendió mucho «Zacarías». Aún siendo un chaval marchó a Sevilla, donde subió por primera vez a las tablas de colmaos y cafés cantantes de la época, empezando a convivir con grandes figuras del cante flamenco como Manuel Torre «Niño de Jerez», Manuel Vallejo, Pastora y Tomás Pavón, Pepe Marchena…

Pero la valía de su voz y sus capacidades para el cante hondo le hacen pegar el salto a Madrid, buscando fortuna y gloria, donde marcha en los primeros años de la República al amparo de un conocido, José Candadi, gran aficionado que trabajaba en la capital como camarero.

Comienza aquí la época dorada del cantaor José Navarro «Zacarías» que ya se anuncia en los carteles como «Niño de Fuentes de Andalucía», conviviendo en la pensión que se aloja con «El Niño León» y Juanito Valderrama, al que más de una vez, no teniendo trabajo éste último, tuvo que pagar José los cafés y las partidas de billar.

Es el año 1934, y José va ganando popularidad, consiguiendo contratos para actuar en los grandes escenarios del Madrid de la época, tales como «Villa Rosa», «Los Gabrieles», «Capitol», «Casa Juan» … y acudiendo a las fiestas de grandes personajes, entre los que se encontraba el Conde de Colombí, con el que fraguó amistad.    

«Zacarías» empieza a destacar y su nombre, junto al de su pueblo natal, ya es conocido en todos los ambientes flamencos en el Madrid republicano de estos años.

Con representante propio, llegó a grabar –según los testimonios recogidos– seis discos con «La Voz de su Amo», «El Gramófono» y «El Regal», dos de las casas discográficas más importantes del momento, acompañado a la guitarra de importantes personajes de la talla de «Habichuela el viejo» y «Manolo de Badajoz». Algunos de los cantes grabados en los discos de pizarra citados, han sido recuperados recientemente y publicado en youtube en los últimos días por Pedro Moral.  

ACCEDA AL VÍDEO PARA ESCUCHAR A ZACARÍAS EN LA DÉCADA DE 1930. 

Los años comprendidos entre 1934 y 1936 fueron los más esplendorosos y de mayor apogeo de la carrera artística del «Niño de Fuentes de Andalucía», llegando a actuar y protagonizar espectáculos en teatros de gran renombre como el «Monumental» y el «Pavón». En éste último fue a verle el «Niño de Marchena» en todo el zenit de su carrera definiendo a «Zacarías» como gran artista y dueño de una gran voz.   

Pero cuando mejor le iban las cosas, cuando todo hacía indicar que sería pronto una primera figura del cante flamenco, la guerra paró su prometedora carrera artística. El golpe de estado del general Franco le cogió trabajando, pero le cambió totalmente la vida y regresa a Fuentes ante las circunstancias en la que vive el país. 

Culminada la guerra, empieza de nuevo a hacer lo que él mejor sabía: cantar. Comienza a vivir de nuevo de su voz, pero las cosas han cambiado. Entra a formar parte de compañías artísticas de las principales figuras, primero en la del maestro Pepe Marchena, más tarde con la Niña de la Puebla, donde compartía escenario con otro cantaor fontaniego como era Pepito Aguilar «Jeringo», y por último en la Compañía de la Niña de la Huerta.

Ya en la década de 1950, «Zacarías» hace algunas temporadas en la floreciente Costa del Sol y a partir de aquí solo participaría en algunos festivales flamencos en pueblos de la comarca y en reuniones y fiestas de amigos y familiares.

En las últimas décadas, junto a la figura de «Zacarías» era indiscutible la presencia de su tocaor, Manuel López Hidalgo «Mané de Carmen Hidalgo» con el que se compenetraba maravillosamente.

Durante muchos años, el «Niño de Fuentes de Andalucía» no faltó cantando saetas a las cofradías fontaniegas, con una saeta que los entendidos califican como única, naciendo y muriendo el estilo con él. Una saeta simple y corta de duración, intensa y profunda en su ejecución que puede llegar a catalogarse como «saeta de Zacarías».

José Manuel Hidalgo «Condito», amigo inseparable del maestro Zacarías durante los últimos veinticinco años de vida del cantaor afirma que «…Zacarías estaba dotado de una gran voz, para mí una de las mejores y más flamencas que yo he conocido, “jonda” y profunda, y a la vez bonita y melodiosa cuando la ocasión lo requería; tuvo la suerte de que, a pesar de algunos excesos suyos, sobre todo con el tabaco, Dios se la conservó hasta el final de sus días».  

El 11 de abril de 1996, a los 80 años de edad, fallecía en la huerta familiar, donde vivía, José Navarro Carrero «Zacarías», el «Niño de Fuentes de Andalucía».

Con él se fueron sus tarantas y tarantos, su malagueña y todos los cantes de Levante, sus soleares, su seguiriya, sus alegrías y sus fandangos, sus milongas como “Canto a mi pueblo”, sus guajiras, sus colombianas, sus alegrías,… y sus saetas.

ACCEDA AL VÍDEO, EN UN FESTIVAL HOMENAJE A PEPE MARCHENA. 

Se fue un artista grande. Esa era su profesión y así lo reflejaba su Documento Nacional de Identidad, «Profesión: Artista».  Se perdió el duende de una voz en la historia del flamenco dejando su cante no solo en los seis discos que grabó durante su estancia en Madrid, sino en el recuerdo de los buenos aficionados que supieron dar mérito y poner en valor la gran voz del maestro «Zacarías». Una figura con una carrera artística camino de la fama que las circunstancias de la época cortaron, provocando que no llegara el triunfo esperado.

Un fontaniego que llevó el nombre de su pueblo por toda España como nominación artística: «Niño de Fuentes de Andalucía».

Referencia bibliográfica: GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Fuentes de Andalucía, una mirada al pasado. Tomo I. Fuentes de Andalucía: Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía, 2010, pp. 275-278.




Vídeo promocional del libro Fuentes de Andalucía, una mirada al pasado. Tomo I. A partir del minuto 6:54 Zacarías canta una milonga a su pueblo.