La Feria de Fuentes de Andalucía remonta sus orígenes al siglo XVII, en aquellas primitivas Fiestas de la Ermita en honor a la Virgen de Consolación, de la Hermandad de la Humildad. En 1890 el ayuntamiento –a iniciativa de un grupo de vecinos– decidió engrandecer y dar un impulso considerable a la velada con la instauración en los mismos días de una feria de compra-venta de ganados. La amenaza del cólera, que décadas atrás había causado estupor en el vecindario fontaniego, dejó aquel nuevo concepto de feria y fiestas en un mero propósito.
Si el 2020 será una fecha histórica por la pandemia del coronavirus Covid-19, cuya crisis sanitaria ha provocado la significativa suspensión de la feria de agosto, ésta no es una circunstancia plenamente inédita, pues a lo largo de los siglos de existencia de esta fiesta fontaniega ha habido otras circunstancias de considerable entidad que provocaron la no celebración de la popular Fiesta de la Ermita. Epidemias tales como el temido cólera morbo o más recientemente la Guerra Civil Española (1936-1939) provocaron que las calles de El Postigo no vivieran sus días grandes en determinados años.
El germen de la Feria de
Fuentes se remonta a fechas lejanas del siglo XVII, ya que desde entonces la
Hermandad de Nuestra Señora de Consolación, filial de la de Utrera y que
radicaba en la Ermita de San Francisco del arrabal de El Postigo del Carbón, celebraba la fiesta del Dulce Nombre de
María, el día 12 de septiembre, con función religiosa y procesión de la Virgen,
con mayor o menor solemnidad según los recursos económicos de los que
dispusiera la hermandad.
En las primeras reglas conocidas
de la cofradía, que datan de 1658 [1], ya se recogen la fiesta a celebrar cada
septiembre, aun cuando su origen puede ser anterior, ya que la Hermandad
existía al menos desde 1622 [2], constando en esa fecha como la decimosexta en
antigüedad entre las filiales de Consolación de Utrera.
Sin lugar a dudas, la
fiesta se hallaba concebida de una forma muy diferente, ya que se basaba en una
celebración meramente religiosa a la que con el paso del tiempo –para su mayor
esplendor y disfrute de los vecinos– añadirían fiestas de carácter lúdico a lo
largo del siglo XVIII, y en las que el ente municipal comenzó a implicarse.
En 1836, el ayuntamiento
en sesión plenaria acordó
«… que en atención a estar próxima la
Velada llamada de la Hermita, se establezca ésta en el mismo paraje que se
acostumbra estableciendo las tiendas y puestos en la calle Cruz, lo que
arreglarán los diputados de fiestas poniéndose un auto de buen gobierno por el
Alcalde primero Constitucional en el mencionado punto para que sin impedir el
regocijo público se conserve el orden y la tranquilidad bajo las penas
penitenciarias que imponga por defectos menores, y que se encargue a los
comandantes de la Milicia Nacional Local de ambas armas bajo su más estrecha
responsabilidad la conservación del buen orden de dicha velada estableciendo
las correspondientes guardias la infantería y patrullando de noche y día los de
caballería pie a tierra» [3].
«Con motivo de celebrarse el próximo
domingo nueve del corriente mes la velada de la Ermita se acordó por unanimidad
autorizar a la Comisión del ramo para que disponga los festejos que estimase
necesarios a efecto de que dicha fiesta se celebre en la forma más conveniente
sin perjuicio de dar cuenta a la Corporación para que resuelva el abono de los
gastos que se ocasionen».
Durante la segunda mitad
del s. XIX [4]y buena parte de la siguiente centuria, era habitual que la
música corriera a cargo de la banda del municipio, que estaba financiada por el
ayuntamiento:
«… del abono de los honorarios a la
Banda de Música del importe correspondiente por los servicios prestados durante
los jueves y domingos de la temporada de verano, así como por sus actuaciones
en la Velada de la Ermita celebrada los días 15, 16 y 17 de septiembre de 1889
bajo la dirección de Antonio Blanco Valenzuela» [5].
Otra de las
preocupaciones constantes del ayuntamiento con motivo de la Fiesta de la Ermita era el estado el que
se debían encontrar las calles del entorno de San Francisco, donde acontecía la
celebración. Son frecuentes las referencias en las actas municipales para el
arreglo de las mismas:
«Ante la próxima celebración en
septiembre de la Velada de la Ermita, el ayuntamiento acuerda, ante su
necesidad imperiosa, la composición del empedrado de las calles en donde la
fiesta se establece, o sea un trozo de la calle Lora, otro de la calle Cruz y
de la calle Humildad» [7].
Por «el reempiedro practicado en las calles
Lora, Humildad y San Francisco, donde se celebra la velada de la Ermita en esta
población» [8].
LA
SOÑADA FERIA DE GANADOS DE 1890
Uno de los impulsos más
significativos a la fiesta se planteó a finales del siglo XIX, acordándose por
una amplia mayoría social de la localidad el establecimiento de una feria de
ganados coincidiendo con la celebración de la Fiesta de la Ermita. En sesión plenaria celebrada el 24 de mayo de
1890, el alcalde José María de Llera y Díaz manifestó
«… se le habían acercado varios vecinos
haciéndole ver lo útil y beneficio que sería a esta población el
establecimiento de una feria de compra-venta y cambio de caballerías,
celebrándose en el mes de septiembre de cada año, teniendo en cuenta la
situación topográfica de la misma, su riqueza y demás que se necesita para
ello. El ayuntamiento después de discutir detenidamente la proposición del Sr.
Presidente y considerando que la mencionada feria ha de producir grandes
beneficios al vecindario, se asoció a ella, acordándose en su virtud, que para
llevarla a efecto con el mejor acierto posible, se oiga antes a la Junta
Municipal, y un gran número de mayores contribuyentes, para que explicándole el
pensamiento del asunto expongan su parecer y en su vista acordar en definitiva»
[9].
Expuesto el motivo
principal por el que habían sido convocados, y después de tomar la palabra
varios de los presentes
«… exponiendo las dificultades que habían de
presentarse para llevar a cabo una determinación tan importante y los medios
que debían tomarse para salvarlas, por unanimidad se acordó: dar un voto de
confianza al Sr. Alcalde-Presidente para que en unión del Ayuntamiento, pueda
llevarse a efecto el establecimiento de la referida feria, salvando si posible
fuese las dificultades y obstáculos que puedan presentarse tanto en la
preparación de los pastos y abrevaderos, como en las demás que reclame el
asunto, facultándose para hacer los gastos necesarios y que sean
imprescindibles, del capítulo de imprevistos del presupuesto, designándose para
la celebración de dicha feria los días diez y seis, diez y siete y diez y ocho
de septiembre de cada año, procurando a ser posible, que principie en el
actual, poniéndolo en conocimiento del Ilmo. Sr. Gobernador Civil de la
Provincia, para que le conste, y dándole la mayor publicidad a el acto por
medio de los Boletines Oficiales y periódicos de mayor circulación para que
llegue a conocimiento de las personas que deseen concurrir» [10].
Tras la siega del cereal, el alcalde se había provisto de más de 700 fanegas de tierras de pastos para el ganado [11], se adquirieron dos bombas rústicas para sacar agua de los pozos y se construyeron dos cañerías para conducir el agua y un depósito para su acopio, del que se surtiría la feria, empedrando los alrededores de éste para su mejor conservación [12].
Así mismo se había construido una presa o estanque en la corriente del arroyo de Las Barandillas para recoger agua y se llegaron a efectuar los cimientos para levantar un pilar en el sitio llamado de la Cerca, a la salida de la calle Mayor, también con objeto de dar de beber al ganado de la feria programada. Por último, se emprendió la reparación y prolongación del pozo público conocido por el Ancho, situado a la salida de la calle Carrera, todo ello bajo las directrices del maestro de obras Francisco Ruiz Tesoro [13].
El temido cólera se expandió por diversas zonas geográficas de España, y aun cuando no había ningún caso localizado en la provincia de Sevilla, –en sesión celebrada el 9 de agosto de 1890– el ayuntamiento decidió convocar de forma extraordinaria para el día 15 de agosto a la Junta Municipal y los mayores contribuyentes, para obrar de común acuerdo y después de oír su dictamen, acordar lo que mejor procediera y fuera más beneficioso para la localidad, vistos los riesgos sanitarios existentes [15].
Y de este modo, ante la concurrencia que acudió a la convocatoria, el alcalde José María de Llera y Díaz manifestó a los presente la posibilidad
«… de aplazar o no, por causa de la epidemia colérica, la feria proyectada para el diez y seis del mes venidero. En este estado y abierta discusión respecto al particular y después de haber usado de la palabra varios de los expresados Sres., por unanimidad de los concurrentes, se acordó: se suspenda por este año el establecimiento de la mencionada feria, por los temores que hay pueda presentarse la enfermedad colérica, de la que estamos amenazados, pudiendo el Sr. Presidente subarrendar los terrenos de pastos, que para dicho objeto tiene adquiridos, a la persona o personas que tenga por conveniente, y a los precios que crea oportunos, a fin de poder reintegrar en parte los fondos, que para ello, ha sido preciso abonar» [16].
NOTAS:
1] ARCHIVO DE LA HERMANDAD DE LA HUMILDAD DE FUENTES DE ANDALUCÍA. Copia íntegra y literal de la Regla de la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación. Año 1749.
2] GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Francis J. Consolatrix afflictorum: Nuevos datos sobre la fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación y Santísimo Cristo de la Humildad de Fuentes de Andalucía. Revista de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía 2014. Fuentes de Andalucía (Sevilla): Ilustre, Pontificia y Muy Antigua Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Nuestra Señora de la Merced, 2014, núm. 20, p. 51-55 y CARO, Rodrigo: Santuario de Ntra. Sra. de Consolación y antigüedad de la villa de Utrera. Osuna: 1622. Reedición Excmo. Ayuntamiento de Utrera, 2005.
3] ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE FUENTES DE ANDALUCÍA (AMF). Sección Gobierno. Libro de Actas Capitulares nº 16, 1829-1836. Folio sin numerar. Sesión 6 de septiembre de 1836.4] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 4, 1890-1896. Libro 1894, folio 13v. Sesión 1 de septiembre de 1894.
5] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 3, 1885-1890. Libro 1889, folio 68v. Sesión 21 de septiembre de 1889.
6] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 4, 1890-1896. Libro 1894, folio 17r. Sesión 15 de septiembre de 1894.
7] Ibídem, folio 10v. Sesión 18 de agosto de 1894.
8] Ibídem, libro 1891, folio 20r. Sesión 12 de septiembre de 1891.
9] AMF. Sección Gobierno. Legajo de Actas Capitulares nº 3, 1885-1890. Libro 1890, folio 127v. Sesión 24 de mayo de 1890.
10] Ibídem, f. 128r – 129v.
11] Ibídem, folio 1v. Sesión 5 de julio de 1890.
12] Ibídem, folio 2r. Sesión 5 de julio de 1890.
13] Ibídem, folio 14r – 15r. Sesión 16 de agosto de 1890.
14] Ibídem, folio 135v. Sesión 28 de junio de 1890.
15] Ibídem, folio 12r. Sesión 9 de agosto de 1890.
16] Ibídem, folio 13r. Sesión extraordinaria 15 de agosto de 1890.