Las romerías son una de las manifestaciones religiosas y culturales más extendidas en Andalucía y en España, y uno de los fenómenos religiosos más representativos de la piedad popular, ampliamente estudiadas desde la perspectiva antropológica, y protagonistas de un auge extraordinario en los últimos años.
Éstas
constituyen un fenómeno complejo, con multitud de dimensiones que no se agotan
en el análisis de uno de los rasgos que se ha considerado tradicionalmente como
el más definitorio: el religioso. Numerosos estudios defienden que sobre la
base la devoción, lo que ha hecho que las romerías persistan y prosperen es su
carácter multiforme y especial relación con la identidad colectiva de los
pueblos que les caracteriza. Y no se trata sólo de una persistencia o
supervivencia sino de una re-creación continua en un proceso cultural-religioso,
pues la fe y la cultura no son sólo una herencia sino una apropiación por parte
de las continuas generaciones de personas, que son las protagonistas y
creadoras de cultura, y que dan significado de manera continua a los fenómenos
socioculturales que conforman nuestro modo de vivir y nuestro concreto contexto
sociocultural, nuestro entramado vital.
Las
romerías son, además, una manifestación de los valores sociales de la
comunidad, lo cual da cohesión al grupo social y reafirma los lazos
identitarios de las personas con su grupo sociocultural. Así, ese
acontecimiento anual pone en marcha toda una serie de mecanismos simbólicos que
recrean la identidad colectiva e individual en torno a una devoción particular,
en el caso de Fuentes de Andalucía, a la advocación mariana de Auxiliadora de
los Cristianos.
En el
ilusionante contexto social y político de la segunda mitad de la década de 1970, un
grupo de jóvenes fontaniegos instaron en 1977 al entonces párroco la
celebración de una romería en Fuentes de Andalucía, principalmente con el
trasfondo de romerías que van ganando popularidad en pueblos cercanos, pero no
contó con la aprobación de la citada autoridad eclesiástica local.
En escasos meses
–otoño de 1977–, toma posesión un nuevo párroco: el sacerdote don Ramón Díez de
la Cortina Consuegra. Los impulsores de la romería retomaron la iniciativa, y
no solo consiguen el beneplácito del párroco, sino que don Ramón se convierte
en un aliado que trabajará con ellos en el empuje definitivo para poder
establecer en Fuentes de Andalucía una romería anual.
La primera
cuestión a resolver que se les presentó a los promotores fue la advocación de
la Virgen o santo a la que dedicar la romería. Entre los candidatos estuvieron
San Sebastián, declinado por celebrarse su festividad en enero, fecha poca
apropiada para una romería; la Virgen del Rosario, cuya imagen de un valor
histórico-artístico considerable no era oportuna; la Virgen de Fátima, que ya
presidía la romería de la vecina localidad de La Campana; o la Virgen de
Lourdes, entre otras. Pero finalmente fue María Auxiliadora la advocación
elegida, decisión sustentada principalmente en dos causas: por un lado, la de
tratarse de una devoción inculcada por los salesianos durante las dos décadas
que mantuvieron colegio en Fuentes de Andalucía y cuyos antiguos alumnos habían
recuperados los cultos de triduo y procesión en los últimos años; y por otro,
el de la fecha de la festividad de la Virgen, el 24 de mayo, muy idónea para la
celebración de una romería a un determinado paraje natural del entorno de
Fuentes.
Desde entonces, cada año, el último domingo del mes de mayo, vecinos y visitantes celebran las «Fiestas y Romería de María Auxiliadora». Las calles se engalanan de celeste y rosa, y centenares de personas participan en los diversos actos y cultos que culminan el último domingo del mes, como identidad colectiva, entre tronar de cohetes y ecos de tamboril, palmas y cantes por sevillanas, trajes de flamenca, sombreros de ala ancha, caballos y carruajes, carrozas… para peregrinar, junto a esta advocación de la Virgen María, en una jornada de convivencia, diversión y esparcimiento.