Esta fecha de mediados del siglo XVII era la que hasta ahora se venía considerando como fundacional para la Cofradía de Nuestra Señora de Consolación, filial de la de Consolación de Utrera (Sevilla) y germen de la actual Hermandad de la Humildad, y de ese modo en 2008 la corporación del Martes Santo celebró gozosamente el 350º aniversario fundacional.
Pero el reciente hallazgo de nuevos datos nos faculta para poder afirmar, quedando prueba documental de ello, que la fundación de la Hermandad fontaniega de Nuestra Señora de Consolación tuvo lugar, al menos, treinta y seis años antes de la fecha hasta ahora conocida y dada como fundacional.
FILIAL DE CONSOLACIÓN DE UTRERA
La veneración a Nuestra Señora de Consolación, patrona de Utrera, cuya imagen llegó a la ciudad en 1507, es, posiblemente, uno de los fenómenos religiosos más importantes producidos en la campiña sevillana a lo largo de la historia, convirtiéndose en una devoción que rebasó los límites comarcales para extenderse por otras zonas de Andalucía y fuera de ella.
A finales de los siglos XVI y XVII fueron surgiendo hermandades filiales que se llegaron a contabilizar por decenas, entre ellas la corporación fontaniega y algunas que hasta procedían de Portugal, que cada año peregrinaban al primitivo Santuario de Consolación en la fiesta de la Natividad de la Virgen.
La romería utrerana se celebraba anualmente en la noche del 7 al 8 de septiembre, en la que los frailes mínimos, entonces residentes en el convento colindante al Santuario de Consolación, bajaban a la Virgen del altar mayor y la entregaban en sus andas a la Hermandad matriz. Ésta se la cedía primero a la de Campillo, que tenía tal privilegio por ser la más antigua. La de Campillo la pasaba a la de Osuna y así la iban portando una tras otra filial, llevándola cada una de ellas el tramo que previamente se les había señalado.
La procesión utrerana llegó a ser de inmensa multitud, existiendo cronistas de la época que citan más de treinta mil personas entre los asistentes, lo que la convirtió en una de las manifestaciones más multitudinarias de Andalucía -ganando en popularidad incluso a la del Rocío-.
La proyección de la Virgen alcanzó incluso hasta tierras americanas, de la mano de españoles y misioneros encargados de la evangelización en Hispanoamérica, siendo el conde duque de Olivares uno de sus grandes impulsores enviando numerosas litografías al nuevo continente, y al poco tiempo la Virgen de Consolación ya contaba con santuarios en México, Ecuador, Argentina, Cuba, Perú, Chile, Bolivia, Venezuela…
SOBRE LA FUNDACIÓN
Es el afamado poeta, historiador, abogado y sacerdote utrerano Rodrigo Caro (1573-1647) el que nos aporta el nuevo dato, mencionado al inicio, sobre la antigüedad de la Cofradía fontaniega de Consolación.
En 1622, Caro saca a la luz su libro Santuario de Ntra. Sra. de Consolación y antigüedad de la villa de Utrera, en el que cita por orden de antigüedad, más de una treintena de hermandades filiales que cada año peregrinaban a las plantas de la milagrosa imagen de la Virgen de Consolación de Utrera: Campillos, Osuna, Écija, La Puebla de Cazalla, Paradas, Los Molares, Alcalá de Guadaira, Arahal, Morón, El Coronil, Camas, Gines, Mairena del Alcor, Los Palacios, Castilleja de la Cuesta, Fuentes…
Ocupando el decimosexto lugar: la filial de Fuentes. Un importantísimo e interesante dato que demuestra cómo la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación de la villa de Fuentes no fue fundada en 1658, aunque cuente con una Regla en esa fecha aprobada. En 1622, ya existía la misma, pudiendo ser, lógicamente, su nacimiento anterior a esta fecha de la edición del libro de Rodrigo Caro [1].
LA HERMANDAD FONTANIEGA
En el archivo de la Cofradía de la Humildad se conserva afortunadamente una copia íntegra y literal, fechada en 1749, de la anteriormente citada Regla de 1658, y de la que obtenemos interesantes datos del funcionamiento de la Hermandad en la época.
En el capítulo 4º, que hace referencia a las fiestas, cita cómo la corporación tenía «obligación de ir todos los años el día ocho de Septiembre con sus insignias como se ha acostumbrado a la villa de Utrera para asistir a la procesión que en la dicha Villa se hace a Nuestra Señora de Consolación en el Convento de San Francisco de Paula». La representación de la Cofradía tenía que estar compuesta por al menos 20 hermanos designados por el Hermano Mayor y los Alcaldes, y éstos debían asistir vestidos con túnicas blancas, estando «bajo pena de una libra de cera blanca» aquellos miembros «revoltosos y escandalosos» y siendo expulsados si llegaran a reincidir en su mal comportamiento [2].
Esta obligación de acompañar a la procesión utrerana debió de incumplirse en más de una ocasión, lo que llevó al Provisor Juan de Monroy, el 27 de agosto de 1717, «a mandar en virtud de santa obediencia y bajo pena de excomunión que asistieran, con sus insignias y vestidos de blanco, a la mencionada salida procesional de la Virgen de Consolación de Utrera, llevando las andas de la Virgen el tránsito que les está señalado» [3].
Al margen de su peregrinación a Utrera, la cofradía contaba con su propia imagen y celebraba anualmente sus cultos en la Ermita de San Francisco, llevando a cabo una fiesta solemne con vísperas, procesión, Misa y sermón en el octavo día de la Natividad de la Virgen, pasando a celebrarse el domingo siguiente si la fecha no coincidía con día festivo.
Cada 1 de mayo se hacía Cabildo General en la capilla para nombrar al Hermano Mayor, Mayordomo, Escribano, Alcaldes y Muñidor, los cuales tenían la obligación de citar a los hermanos para las fiestas y los entierros y hacer cumplir las obligaciones de la Hermandad.
Paralelamente a los cultos religiosos organizados por la Hermandad en torno a las fiestas de la Natividad de la Virgen y el Dulce Nombre de María, el 8 y 12 de septiembre, surgió con los años una serie de actos lúdicos festivos que dieron lugar a la denominada históricamente «Fiesta de la Ermita», germen de la actual Feria de la localidad, y que desde su origen se sigue celebrando en el mismo emplazamiento, en torno a la Ermita de San Francisco
DE GLORIA Y PENITENCIAL
En 1675, la Cofradía obtiene autorización para bendecir y poder oficiar Misa en una pequeña capilla, de proporciones reducidas y adosada al cuerpo de la Ermita, que la Hermandad y algunos de sus devotos levantan para venerar en ella a su efigie de la Virgen de Consolación, desprendiéndose del informe favorable «que está desente y vien labrada y la dicha hermandad cuida de los adornos nesesarios que la an fabricado para que con mas decencia este la santa imagen».
A pesar de ser una cofradía con un origen letífico, ya en la primera mitad del siglo XVIII se tiene constancia de su doble condición de culto a una imagen mariana de gloria y penitencial, pues así se desprende del primer Libro de Cabildos que se conserva.
En la primera acta que aparece en el libro, fechada en 6 de abril de 1732, consta el acuerdo para que «salga la Cofradía el Miércoles Santo como se tiene costumbre» [4] con el Señor de la Humildad.
LA DECADENCIA EN UTRERA
Volviendo de nuevo a la devoción matriz de Consolación en Utrera, a lo largo del siglo XVIII fueron creciendo los problemas en torno a la multitudinaria romería, que venía a coincidir con la Feria de la ciudad en torno al Santuario de Consolación. El pueblo daba rienda suelta a la alegría y el júbilo durante estos días, cometiendo algunos excesos propios de estos momentos festivos, y a causa de las tropelías y escándalos que se producían, el superior de los Míminos, regentes del Santuario de la Virgen, denunció el hecho ante el Consejo de Castilla, el cuál en 1771, durante el reinado de Carlos III, arbitró una orden que prohibía la romería y procesión. Decayó así la devoción y fueron desapareciendo las hermandades filiales, permaneciendo pocas en el tiempo, entre las que se encuentra la cofradía fontaniega.
A pesar del declive de la cofradía matriz, la corporación fontaniega permaneció vigente en sus dos ramas cultuales, celebrando con arraigo y esplendor tanto las fiestas de septiembre dedicadas a la Virgen de Consolación como el culto al Señor de la Humildad y la estación de penitencia en Semana Santa.
No es que solo sobreviviera al ocaso de la matriz, sino que la Hermandad vivió un siglo de total esplendor viéndose influenciada por la cultura barroca de la época. De este modo, en 1751 se derriba la primitiva Ermita y en 1758 se bendice un nuevo templo barroco levantado bajo la dirección de Alonso Ruiz Florindo, ocupando el Señor de la Humildad la capilla mayor, cuyo retablo se culmina en 1762. En 1788 construyen una nueva sacristía y un nuevo camarín para el Señor, en 1793 se adquiere una nueva imagen de San Juan Evangelista y en 1794 se sustituye la efigie primitiva de la Virgen de Consolación por una nueva talla, cuyo coste ascendió a 312 reales, y 262 reales el Niño Jesús, y que es la que se conserva en la actualidad.
La prosperidad prosiguió y en 1797 la Hermandad introdujo la imagen de una dolorosa en la estación de penitencia, la talla de Nuestra Señora de los Dolores, y encargó la ejecución de dos retablos para el crucero de la Ermita, destinados a sus dos imágenes marianas, además de enseres y otras piezas de orfebrería para las imágenes y el culto.
ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS
Hasta mediados de la centuria decimonónica no sería restituida de nuevo la Hermandad utrerana de la Virgen, pero la devoción a Consolación ya no llegaría a alcanzar la dimensión geográfica de siglos pasados, a pesar de que no cesaron los intentos.
Uno de ellos tuvo lugar en 1884. El jueves 29 de mayo más de cinco mil peregrinos se dieron cita en Utrera en el Santuario de la Virgen de Consolación, concurriendo a la convocatoria realizada por el propio prelado de la Diócesis y la Cofradía. Desde Fuentes partieron más de 180 cofrades, llevando consigo una corona para la Virgen [5], tratándose de una visita esporádica a Utrera, ya que desde la prohibición de la romería en 1771 la cofradía fontaniega ya no asistió más con regularidad ni antes ni después de reorganizarse la hermandad utrerana.
También a finales de siglo XIX, en torno a 1890, la Hermandad deja de celebrar la procesión de la Virgen de Consolación por las calles de Fuentes en
Durante los cultos extraordinarios celebrados en 2008 por el que se pensaba que era el 350º aniversario fundacional de la corporación, Nuestra Señora de Consolación presidió el altar mayor, ocupando el camarín del Señor de la Humildad, que ya se encontraba sobre su paso procesional.
En la nueva erección canónica y reciente aprobación de Reglas, acontecida en 2011, la corporación ha recuperado la devoción originaria en torno a la que surgió, pasando a denominarse «Primitiva Hermandad de Nuestra Madre y Señora de Consolación y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Señor de la Humildad y Nuestra Señora de los Dolores».
Nuevos retos de investigación se nos abren tras este nuevo hallazgo. Si la Hermandad ya existía en 1622 y la primitiva Ermita obtuvo su licencia para ser bendecida en 1656, ¿la Cofradía fue fundada en otro templo de la localidad y posteriormente pasó al Postigo?, o a pesar de que se solicitara tal permiso en 1656, ¿existiría con anterioridad a esta fecha el templo de San Francisco?
NOTAS:
[1] CARO, Rodrigo: Santuario de Ntra. Sra. de Consolación y antigüedad de la villa de Utrera. Osuna, 1622. Reedición Excmo. Ayuntamiento de Utrera, 2005.
[2] (A)rchivo de la (H)ermandad de la (H)humildad de (F)uentes de (A)ndalucía. Copía íntegra y literal de la Regla de la Hermandad de Nuestra Señora de Consolación. Año 1749.
[3] (A)rchivo (G)eneral del (A)rzobispado de (S)evilla. Sección Justicia. Serie Hermandades. Leg. 144. Obligación de asistir a la procesión utrerana. Año 1717.
[4] A.H.H.F.A. Libro de Cabildos, 1732-1903.
[5] Biblioteca Nacional de España. Biblioteca Virtual de prensa histórica. Diario católico EL SIGLO FUTURO. Lunes 2 de junio de 1884.
SIENDO MAYORDOMO FRANCO MUNOS D AQUILAN / A D 1666
Se trata de la posesión de mayor antigüedad que posee la Hermandad de la Humildad, incluso anterior a las actuales imágenes.
En el canto de la cruz se puede leer: «Es de Nuestra Señora de Consolación. Hízose siendo mayordomo Francisco Muñoz de Aguilar. Año de 1666», apareciendo en el centro una representación de la Virgen, que es la que aparece reproducida junto al título de este trabajo.
Acertadamente restaurada, corona la insignia mariana que con el escudo primitivo de la Hermandad cada Martes Santo procesiona en el tramo de nazarenos que separa los pasos del Señor de la Humildad y la Virgen de los Dolores.
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